Koinonía 2006-2007

Drogas: ¿por qué no? 67 La droga es mala porque reduce el alcance de nuestro deseo. Y, por tanto, el alcance de nuestra humanidad. El corazón del hombre no está hecho para ahogarse en un poco de placer, para la evasión y para el sentirse bien. Esto es falso tanto como es falso que el cuerpo te pida Coors light . Y esto lo sabemos porque todos hemos experimentado la insatisfacción después de “haberla pasado bien” una noche o la decepción después de un éxito profesional. ¿Y ahora qué? El punto es no detenerse ahí. El punto es no entrar en el ciclo de la repetición mecánica de experiencias, que ya sabemos, insatisfactorias: más sustancia, nuevas combinaciones, más sexo, nueva pareja, etc. Esta insatisfacción es el punto de partida de un camino. Sin esta experiencia de insatisfacción no nos preguntaríamos nunca seriamente: “Pero yo, ¿quién soy?” “¿Cuál es mi destino?” Es la voz del Misterio que nos hace, que desde dentro de nuestra misma experiencia nos habla. La insatisfacción, la nostalgia y las tristezas no son señales de baja autoestima, no son algo que hay que borrar, callar u olvidar lo más pronto posible. Son recursos de nuestra humanidad, señales que nuestra humanidad nos lanza para decirnos: “no es esto, no es esto aquello de que necesitas, te hace falta algo que no está dentro de estas experiencias”. Nosotros no tenemos hambre de placer sino que tenemos hambre de realidad. Porque sólo la realidad corresponde aunque nos traiga dificultades, sufrimiento y dolor. El corazón del hombre es deseo. Es deseo de comprender el significado de esta realidad que vivimos; es deseo de amar y ser amado fielmente por siempre; es deseo de verdad y justicia, de libertad, de utilidad, de belleza y de felicidad. “Drogas: ¿Por qué no?”. No, porque es una satisfacción demasiado pequeña. Es demasiado poco para lo que tú eres. Y tú eres deseo de infinito, de una satisfacción total y completa, de una vida intensa, verdadera, siempre nueva y abierta a la aventura. No queremos resignarnos a dejar sin respuesta los deseos propios de nuestra humanidad. Este es, en último análisis, el porqué de nuestro no a las drogas: porque para satisfacer un pequeño deseo no vale la pena matar en el corazón los más grandes deseos. Por una pequeña satisfacción no vale la pena

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