Koinonía 2007-2008

¿Justicia o caridad? Reflexiones sobre Deus caritas est 12 El s ueño de la razón produce monstruos , decía Goya, y el sueño de esta revolución mundial se ha desvanecido, dejando tras de sí más de cien millones de muertos y cientos de millones de hombres amedrentados, manipulados y hastiados de un sistema embustero y cínico. Como proyecto civil el marxismo es hoy un “dinosaurio político”, -aunque tengamos cerca algunos “dinosaurios” en la política-; es un sistema totalitario cuya “doble verdad” ha sido puesta al descubierto y universalmente rechazada 1 Sin embargo desde el punto de vista intelectual muchas de las categorías marxistas siguen vigentes hoy, camufladas en la feria relativista de las opiniones, agazapadas en el magma de lo políticamente correcto . Así la difundida opinión de que sería la pobreza material la causa del terrorismo, como ultimo recurso de una masa de desesperados ante la injusticia social; o el aplauso bobalicón que suscita entre los mass media occidentales ese engendro híbrido clerical del marxismo que es el liberacionismo, ideología que quiere hacerse llamar teología. . El marxismo, corrupto y sepultado como sistema político, sigue vivo y coleando como asechanza cultural. Como maestro de la sospecha sigue interrogando a Cristo y a su Iglesia desde el materialismo hoy práctico más que dialéctico: ¿Tú a qué has venido al mundo? ¿En qué consiste realmente la salvación que ofreces? ¿Cómo creer en un cielo que queda muy lejos para después de la muerte y no tiene nada que ver con el mundo real, el que palpamos con nuestras manos? De la Iglesia y sus ministros solo podríamos esperar bendiciones y no soluciones para los problemas reales del mundo. El mismo Papa nos ofrece otra formulación de esta objeción en su nuevo libro, Jesús de Nazaret , lo cual indica que no es un argumento secundario, irrelevante o ya trasnochado. “¿Qué puede haber más trágico y que contradiga más la fe en un Dios bueno y en un redentor de la humanidad que el hambre en el mundo? El 1 El propio autor de la encíclica se refiere a este mesianismo materialista felizmente superado: “El marxismo había presentado la revolución mundial y su preparación como la panacea para los problemas sociales: mediante la revolución y la consiguiente colectivización de los medios de producción —se afirmaba en dicha doctrina— todo iría repentinamente de modo diferente y mejor. Este sueño se ha desvanecido” (DC 27).

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