Koinonía 2007-2008

¿Justicia o caridad? Reflexiones sobre Deus caritas est 16 margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar. La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No obstante, le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien” (DC 28). Hoy sigue siendo urgente defender la competencia de la Iglesia en la formación de las conciencias de sus fieles el respeto a los derechos de los seglares en el libre ejercicio de su compromiso social, sin disminuir la libertad por miedo a la incoherencia de vida ni la radicalidad de la fe por miedo al clericalismo. En un texto antológico plenamente actual invitaba san Josemaría a los universitarios de Pamplona a lo que es todo un programa de vida: “Tenéis que difundir por todas partes una verdadera mentalidad laical , que ha de llevar a tres conclusiones: a ser lo suficientemente honrados, para pechar con la propia responsabilidad personal; a ser lo suficientemente cristianos , para respetar a los hermanos en la fe, que proponen —en materias opinables— soluciones diversas a la que cada uno de nosotros sostiene; y a ser lo suficientemente católicos , para no servirse de nuestra Madre la Iglesia, mezclándola en banderías humanas ” 5 Esta doctrina consagrada por el último Concilio es ya hoy común en los documentos de la Iglesia, aunque falta mucho para verlo realizado en la vida de los fieles tanto laicos como pastores. . “El reconocimiento de los derechos civiles y políticos, y la administración de servicios públicos no pueden ser condicionados por convicciones o prestaciones de naturaleza religiosa por parte de los ciudadanos. Una cuestión completamente diferente es el derecho-deber que tienen los ciudadanos católicos , como todos los demás, de buscar sinceramente la verdad y promover y defender, con medios lícitos, las verdades morales s obre la vida social, la justicia, la libertad, el respeto a la vida y todos los demás derechos de la persona. El hecho de que algunas de estas verdades también sean enseñadas por la Iglesia, no disminuye la legitimidad civil y la laicidad del compromiso de quienes se identifican con ellas, independientemente del papel que la búsqueda racional y la 5 Josemaría Escrivá de Balaguer, San (8-X-1967) Homilía Amar al mundo apasionadamente.

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