Koinonía 2007-2008

La familia en la cultura puertorriqueña 66 en nuestra vida diaria. No tenemos que pensar en situaciones extraordinarias, pensemos en las situaciones comunes, las de todos los días. Por ejemplo, en mi comportamiento cuando voy guiando hacia el trabajo y me encuentro con que el semáforo que está justo antes de llegar a la oficina, está dañado. ¿Cuál es mi reacción? Mi comportamiento hacia los demás, ¿es prudente, responsable, justo, moderado…? ¿Cuál es el valor que mejor describiría mi reacción ante esta situación imprevista? ¿Soy consciente de que las demás personas están en la misma situación que yo: estamos condenados a llegar tarde al trabajo? En esos momentos, ¿impera el sentido y significado que hemos aprendido en los libros sobre estos valores? Nuestras maneras de comportarnos reflejan el sentido y significado que hemos aprendido en el núcleo familiar. Es en este sentido que afirmamos que la familia es el núcleo de donde emanan nuestras maneras de comportarnos, nuestras maneras de convivir con los demás. ¿O acaso basta sólo con aprender de memoria lo que son los valores para, de manera mágica y automática, ponerlos en práctica en nuestra vida cotidiana? Definitivamente, la manera en que practicamos la responsabilidad, la justicia, la prudencia, y hasta nuestras formas de amar y respetar a nuestros semejantes, nace en la familia. Así lo asegura S.E.R., Mons. Roberto O. González Nieves, O.F.M., Arzobispo Metropolitano de San Juan, en su Carta Pastoral La familia: don luminoso e inalterable del amor de Dios , cuando afirma que “La familia es el primer ambiente, es la primera escuela en la que los niños aprenden los hábitos, valores, costumbres y principios morales. La integración de los padres y familiares en las tareas educativas, su participación en las actividades diarias de los hijos y una comunicación abierta en la familia, contribuyen a un comportamiento social sano […]”(137). Por tanto, entender la familia, protegerla, promover su dignidad y valor es, por extensión, entender, proteger y promover las maneras de ser y actuar del sujeto humano que la conforma. Y viceversa, entender a los sujetos que integran la familia es entender los valores y sentidos que caracterizan su más íntimo fundamento, que no es otro que el amor. El sentido y el valor de lo humano no se construyen en el vacío del espacio sideral, ni se origina por generación espontánea desde la nada.

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