Koinonía 2007-2008

La familia en la cultura puertorriqueña 68 La acción educativa no sólo se produce a través de la palabra dicha en el salón de clases, durante las largas horas marcadas por el reloj escolar y en apretados contenidos de un prontuario probablemente ya obsoleto. La educación se extiende más allá de todo eso. En La Católica tenemos esta premisa bien aprendida, la practicamos a diario y está insertada en cada oferta académica. Eso nos hace cualitativamente diferentes y nos marca con una educación que, más allá del salón de clases, encuentra sus raíces en nuestra misión evangelizadora y nos impone el compromiso de ofrecer una educación de altura y de excelencia. La educación de las personas está presente desde el momento mismo en que, al nacer, nos insertamos en las redes familiares, cuando caminamos libremente por las aceras de la comunidad; cuando construimos nuestra identidad; en las maneras en que nos sentimos a nosotros y a los demás; en las actitudes que caracterizan a los pueblos. Son los procesos de convivencia social y familiar los que mantienen los modelos culturales que sirven a la comunidad para interpretar el mundo y a la naturaleza sin traicionar la identidad de las personas. Por otra parte, la familia no debe ni puede ignorar su responsabilidad hacia la comunidad que la sustenta. Tampoco la comunidad puede ignorar su responsabilidad hacia la familia. Ambas, familia y cultura, son el reverso y anverso de la misma realidad: la persona humana, único ente capaz de amar. Todos sabemos que vivimos en un país que ha apostado fuerte por la familia como núcleo generador de convivencia social. Incluso se ha intentado, con el propósito de fortalecerla, poner en marcha algunos modelos de convivencia familiar extraños a nuestra cultura. Son conceptos importados de otras culturas con una impronta secular extrema que pretenden, una y otra vez, introducir modelos de convivencia totalmente extraños a nuestras maneras de pensar y valorar. Contrario a estos modelos, nuestro concepto de familia se fundamenta, digámoslo claramente, en el matrimonio entendido como la unión entre un hombre una mujer; ambos dispuestos a afrontar sus respectivas existencias con respeto mutuo, responsabilidad y amor. Como dice nuestro Papa Benedicto XVI en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz (1ro de enero de 2008, Familia Humana, Comunidad de Paz ), “la familia natural, en cuanto comunión íntima de vida y amor, fundada en el

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