Koinonía 2007-2008

La familia en la cultura puertorriqueña 70 auténtico cambio transformador e innovador. No estamos acostumbrados a asociar la educación con la reflexión en torno a la familia y a la cultura. Más aún, nunca se ha valorado la educación como presencia auténticamente transformadora de la persona humana. De hecho, la educación en Puerto Rico ni siquiera se ha instalado como variable de auténtica renovación estructural del país (cosa que creemos necesaria y urgente). En La Católica lo sabemos muy bien y asumimos esta responsabilidad como un reto diario que se trasluce en cada oferta académica. Sí, en nuestro país hemos apostado repetidas veces por la familia y por la educación. Pero no lo suficiente. Hemos preferido apostar más fuerte en códigos legales para inculcar el miedo, el espanto y el temor como impulsores de “comportamientos respetables y cívicos”. Por el contrario, creemos que debemos apostar en la familia y la educación como sustrato de comportamientos dignos, veraces y libres. Pero sancionar y penalizar, es más fácil que educar para la libertad o enseñar a razonar. Todos sabemos que se obtienen resultados más rápidos e instantáneos cuando atemorizamos, sometemos y obligamos que cuando educamos. La educación familiar es el camino más seguro y sólido hacia la libertad de pensamiento, la tolerancia, la solidaridad, pero también, hay que reconocerlo, es un camino largo y tedioso que requiere de mucho esfuerzo y perseverancia. Es más fácil obedecer a ciegas que cuestionar responsablemente. Es más fácil obligar que educar. Por eso, el fundamento de nuestras maneras de pensar, actuar y valorar han dependido más de las sanciones que de auténticas maneras de razonar avaladas por procesos educativos concebidos dentro del núcleo familiar. Nuestras propuestas educativas a veces parecen originarse en recurrentes y repetitivas crisis de las que aparentemente salimos, pero a las que, ineludiblemente, regresamos. Y sospechamos que la razón de este eterno retorno al fracaso se encuentra en que hemos obviado el auténtico núcleo integrador de la educación: el valor de la persona humana y de la familia. Las propuestas educativas son infinitas y espectaculares, es cierto, pero ninguna de ellas podrá instalarse con éxito en la comunidad puertorriqueña si nos olvidamos del auténtico contexto que le brinda un sentido y valor: la persona y la familia en su contexto cultural.

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