Koinonía 2008-2009

nuestro de cada día". De ahí que la Iglesia, durante toda su historia, sólo haya utilizado el pan para la consagración eucarística, a la vez que ha descartado las propuestas orientadas, verbi gratia , a consagrar formas de arroz. Más contundente ha sido el rechazo cuando se le ha propuesto utilizar ros- quillas, carne, queso o embutidos. 128 ¿Cómo come? Durante el tiempo que Jesús pasa en la tierra aún no existen las mesas elaboradas especialmente para la comida. La palabra hebrea que se traduce por mesa (" 'šūłhān ") es, más bien, una estera extendida en el suelo . 129 Por eso "se comía sentado o tumbado en el suelo, a lo sumo sobre una alfombra o en alto, apoyado en divanes o en almohadones y sobre el brazo izquierdo". 130 Esto puede observarse perfectamente en el evangelio de Mateo, cuando Cristo le ordenó a la gente que, para comer, se reclinara sobre la hierba. (Mt. 14, 19) Seguramente los utensilios para la comida eran mínimos y rústicos. No hay que descartar que la mayor parte de los alimentos se tomaran directamente con las manos. Aunque existían las cucharas, los cuchillos y los tenedores, se utilizaban sólo en los sacrificios. Con todo, lo importante de las comidas de Jesús no es el cómo; su verdadera importancia es su trascendencia y su significado, como se explicará más adelante, cuando examinemos quiénes son los comen- sales preferidos por Jesús. ¿Cuándo come? Sabemos que Jesús puede ayunar aunque tenga hambre. Sabemos, también, que puede pensar en la comida aun sin tener hambre. En este sentido, como en todo lo humano, Jesús era igual que cualquier otra 128 Recuérdese, por ejemplo, el cierre de la Parroquia San Carlos Borromeo, en Vallecas, un barrio obrero de Madrid. La decisión, tomada en el 2007 por el Cardenal Rouco, Arzobispo de Madrid, obedeció a la práctica de algunos presbíteros de "consagrar" todo tipo de alimentos durante la liturgia eucarística. 129 S ERAFÍN DE A USEJO , Director de la edición castellana, Diccionario de la Biblia , (Barcelona: Herder, 2005), 352. 130 M ARTÍN N IETO , Ibíd. 110 Jesús y la comida

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