Koinonía 2008-2009

12 concierne al hombre como tal, reproduce una racionalidad débil y fragmentaria, sentimental y relativista, dentro de la cual se escurren los problemas humanos. Benedicto XVI la llama “dictadura del positivismo” y es así, porque cercena la libertad al dejarla sin fundamento en la verdad y en el consecuente conocimiento objetivo del ser y de la vida del sujeto. Admite como científica “sólo la certeza que resulta de la sinergia entre matemática (modelo) y empirismo (experimentación). Lo que quiere ser científico tiene que confrontarse con este criterio. De este modo, las ciencias humanas, como la historia, la psicología, la sociología y la filosofía, trataron de acercarse a este canon científico”, olvidando su especificidad y, también, que es el objeto el que impone el método a él adecuado, y conveniente sobre todo al sujeto que efectivamente desea abordarlo y conocerlo tal como es verdaderamente, en algún aspecto suyo, más o menos central, pero siempre importante. Este encierro metodológico excluye de la posibilidad de un conocimiento objetivo lo más rico e inconmensurable de la realidad, que sólo se conoce a través de hechos y testimonios que son signos, huellas de algo que nunca se muestra directamente ni se puede embretar en un laboratorio experimental. Lo inconmensurable es invisible por definición, no hay instrumento que lo visibilice, se hace visible por signos discretos y concurrentes. A esto se lo presenta como un problema acientífico o precientífico. “De hecho –dice Benedicto XVI- los interrogantes propiamente humanos, es decir, ‘de dónde’ y ‘hacia dónde’, los interrogantes de la religión y la ética no pueden encontrar lugar en el espacio de la razón descrita por la ciencia entendida de este modo, y tienen que ser colocados en el ámbito de lo subjetivo. El sujeto decide entonces, basándose en su experiencia, lo que considera que es materia de la religión, y la conciencia subjetiva se convierte en el único árbitro de lo que es ético. De esta manera, sin embargo, la ética y la religión pierden su poder de crear una comunidad y se convierten en un asunto completamente privado. Éste es un estado peligroso para los asuntos de la humanidad, como podemos ver en las distintas patologías de la religión y la razón que, necesariamente, emergen cuando la razón es tan reducida que las preguntas de la religión y la ética ya no interesan ” 1 1 Benedicto XVI, “ Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones”, en la Universidad de Regensburg, 12/IX/2006. No nos referiremos a la vasta obra de Josef Ratzinger con respecto a su . Ampliar la razón para vivir hoy la universidad

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