Koinonía 2008-2009

37 Cirilo y S. Metodio. Eso le da una amplitud positiva de miras de largo alcance, que ninguna política es capaz de dar. Polonia se torna así el signo de una gran tarea: dice Benedicto XVI que Polonia se revela como “punto de intersección de las civilizaciones, particularmente de las tradiciones germánicas, románicas, eslavas y greco-bizantinas, (por eso) la cuestión del diálogo de las distintas culturas es precisamente en Polonia, en muchos aspectos, más ardiente que en otras partes. Y así este Papa polaco es un Papa verdaderamente ecuménico y verdaderamente misionero…” (JP, 23). Conciencia histórica y conciencia de la propia identidad coinciden y no es razonable que un cabal profesor universitario –sobre todo en América- viva en la incertidumbre sobre sí mismo, simplemente por ignorar el significado del gran contexto al que pertenece, e identificando, por empezar desde una simple mirada con objetividad histórica, su Punto Axial. Por último, la cuarta característica señalada por Benedicto XVI en el testimonio universitario de Karol Wojtyla es que estamos ante un pensamiento que no es anacrónico, que está a la búsqueda de su verificación en la realidad presente . Karol Wojtyla, en una época en la que se estaban consumando y desvaneciendo las macro-ideologías revolucionarias, sustituidas por la nueva (aunque ya vieja) alienación y más barata y pusilánime utopía de la “revolución de las costumbres y la revolución sexual” –al decir del filósofo Augusto Del Noce-, “había aprendido desde Scheler a indagar, con una sensibilidad humana hasta el momento desconocida, la esencia de la virginidad, del matrimonio, de la maternidad y de la paternidad, el lenguaje del cuerpo y, en consecuencia, la esencia del amor. Asumió en su pensamiento los nuevos descubrimientos del personalismo, pero precisamente por esto también ha vuelto a comprender que el cuerpo mismo habla, que la creación habla y nos indica los caminos por recorrer” (JP, 21-22). Modernidad y tradición encuentran en él el justo equilibrio de una sabiduría capaz de tocar la mente y el corazón del hombre de hoy. El durísimo aprendizaje universitario en medio de un pueblo oprimido por las dos caras del totalitarismo hizo, también, que “la cuestión de la libertad, de la dignidad y de los derechos del hombre, de la responsabilidad política de la fe no penetrara en el pensamiento del joven teólogo como un simple problema teórico. Era una necesidad muy real y concreta de ese momento histórico” (JP, 22-23). Concluyo este apartado con el breve testimonio que Benedicto XVI da de su propia experiencia como profesor universitario, al pronunciar su Ampliar la razón para vivir hoy la universidad

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