Koinonía 2008-2009

38 discurso en la universidad de Regensburg. En ella señala, primero, su vivencia de una fuerte y privilegiada relación educativa, en el marco de una comunidad de investigadores y docentes con distintos perfiles epistemológicos, lo que constituye el curioso atractivo de la universidad: “Mi pensamiento vuelve a aquellos años en los que, tras un hermoso período en el Instituto Superior de Freising, inicié mi actividad de profesor académico en la Universidad de Bonn. En el año 1959 se vivían todavía los viejos tiempos de la Universidad en que sólo había profesores titulares. Para las cátedras individuales no había profesores asistentes ni auxiliares, pero en compensación se daba un contacto muy directo con los estudiantes y, sobre todo, entre los profesores. Nos encontrábamos antes y después de las lecciones en las salas de profesores. Los contactos con los historiadores, los filósofos, los filólogos y también entre las dos Facultades teológicas (católica y protestante) eran muy vivos. Una vez al semestre había un dies academicus , en el que los profesores de todas las facultades se presentaban delante de los estudiantes de toda la universidad, haciendo posible una verdadera experiencia de universitas. El hecho de que, a pesar de todas las especializaciones, que a veces nos impiden comunicarnos entre nosotros, formáramos un todo y trabajáramos en el todo de la única razón con todas sus dimensiones – estando así juntos también en la común responsabilidad por el recto uso de la razón, hacía que se tratase de una experiencia viva ” 19 . Finalmente, uno puede preguntarse qué vigencia e incidencia puede tener, en una auténtica universidad, verdaderamente laica, es decir que no deja afuera de su específico tratamiento racional a ninguna dimensión humana fundamental, una facultad de teología. “La Universidad, sin duda, estaba orgullosa también de sus dos Facultades teológicas, dice Benedicto XVI. Estaba claro que también ellas, interrogándose sobre la racionalidad de la fe, desarrollaban un trabajo que necesariamente forma parte del todo de la universitas scientiarum , aunque no todos podían compartir la fe, por cuya correlación con la razón común se esfuerzan los teólogos. Esta cohesión interior en el cosmos de la razón tampoco quedó perturbada cuando se supo que uno de los colegas había dicho que en nuestra universidad había algo extraño: dos facultades que se ocupaban de algo que no existía: Dios. En el conjunto de la universidad era una convicción indiscutida el hecho de que, incluso frente a un escepticismo tan radical, seguía siendo necesario y razonable interrogarse sobre Dios 19 Benedicto XVI, “ Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones ”, e n la Universidad de Regensburg, 12/IX/ 2006. Ampliar la razón para vivir hoy la universidad

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