Koinonía 2008-2009

45 allá del simple fenómeno. Es la lección de Galileo la que lleva a esta consideración. ¿Acaso no era el científico de Pisa quien sostenía que Dios ha escrito el libro de la naturaleza en la forma del lenguaje matemático? Y sin embargo, la matemática es un invento del espíritu humano para comprender la creación. Pero si la naturaleza está realmente estructurada con un lenguaje matemático y la matemática inventada por el hombre puede llegar a comprenderla, esto significa que se verifica algo extraordinario: la estructura objetiva del universo y la estructura intelectual del sujeto humano coinciden, la razón objetiva y la razón objetivada en la naturaleza son idénticas. Al final, hay una ‘razón’ que une a ambas y que invita a mirar a una única Inteligencia creadora” 29 . Si la conciencia crítica de las ciencias es ejercida por los científicos de la naturaleza al reconocer ese plexo inconmensurable de verdad radicada en el cosmos, que precede, posibilita y excede la constitución de conocimientos según el método empírico-formal, ¿acaso no significa eso, como la historia y la cultura lo demuestran, que hay otros accesos metodológicos que se complementan entre sí y que expresan la riqueza y amplitud de movimiento de la única razón? “Las preguntas sobre la inmensidad del universo, sobre su origen y sobre su fin, como también sobre su comprensión, no admiten una única respuesta de carácter científico. Quien mira al cosmos siguiendo la lección de Galileo, no podrá detenerse sólo en aquello que observa con el telescopio, deberá proceder además a interrogarse sobre el sentido y el fin al que se orienta toda la Creación. La filosofía y la teología, en esta fase, revisten un papel importante, para allanar el camino hacia ulteriores conocimientos. La filosofía ante los fenómenos y la belleza de la Creación busca, con su razonamiento, entender la naturaleza y la finalidad última del cosmos. La teología, fundada sobre la Palabra revelada, escruta la belleza y la sabiduría del amor de Dios, que ha dejado Sus huellas en la naturaleza creada (cfr. Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae , ia . q. 45, a. 6). En este movimiento gnoseológico están implicadas tanto la razón como la fe; ambas ofrecen su luz. Cuanto más aumenta la comprensión de la complejidad del cosmos, tanto más requiere una pluralidad de instrumentos capaces de poder satisfacerla; no hay ningún conflicto en el horizonte entre los diversos conocimientos científicos y los filosóficos y teológicos; al contrario, sólo en la medida en que éstos consigan entrar 29 Benedicto XVI, Mensaje al congreso Del telescopio de Galileo a la cosmología evolutiva. Ciencia, Filosofía y Teología en diálogo , Pontificia Universidad Lateranense, Roma 1/XII/2009 Ampliar la razón para vivir hoy la universidad

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