Koinonía 2009-2010

Libertad y “nuevos derechos” 36 En segundo lugar, el individuo atrapado por esta visión de la libertad, tiende a no aceptar ningún tipo de condicionamiento o interferencia . La libertad coincide con la absoluta espontaneidad y la ausencia de vínculos, tanto de tipo normativo como de tipo social o afectivo. Los vínculos tradicionalmente constitutivos de la vida humana (por ejemplo: la esposa y los hijos, el trabajo) pueden ser alejados de la propia existencia en el momento en el que se presentan como obstáculo para la realización de algún proyecto de satisfacción. Pero, en último análisis, es la misma realidad en todas sus formas que se revela enemiga 6 , porque se presenta siempre como “obligante”, espacio donde el individuo encuentra resistencias a sus proyectos. Por eso resulta siempre más difícil para el hombre contemporáneo aceptar experiencias de dependencia, como son los impedimentos físicos o psíquicos, los fracasos, la vejez y sus inexorables limitaciones, las enfermedades terminales o la condición comatosa de algún ser querido. La libertad, concebida como ausencia de vínculos e interferencias, hace comprensible y aceptable solo una persona llena de salud, dotada de bienestar y de todas aquellas condiciones que permiten vivir la vida como disfrute y gozo. Y es en este tipo de existencia que normalmente se piensa cuando se apela al concepto típicamente posmoderno de “calidad de vida”. La fractura entre ética privada y ética pública En este contexto, caracterizado por un pluralismo moral cada vez más acentuado, volver a plantear el tema de la existencia de un bien absoluto o pretender identificar alguna verdad moral universalmente válida, representa un atentado contra la libertad, una evidente forma de intolerancia y de violencia. Como hemos visto, a nivel de la conducta personal, las normas éticas son percibidas más a menudo como limitaciones e impedimentos injustificados de la libertad personal, que se concibe como un campo de opciones a merced de elecciones indiferentes y sustancialmente irresponsables. De manera particular, el derecho a la intimidad ha sido el instrumento jurídico con el que se ha tratado de eliminar de la esfera de la acción humana personal cualquier tipo de deber o consideración moral: la libertad-autenticidad personal y la tolerancia con los proyectos de libertad-autenticidad de los demás, son los únicos valores que se consideran, desde esta perspectiva, capaces de garantizar el respeto universal de la dignidad humana 6 Como observa agudamente María Zambrano: “lo que está en crisis es el nexo misterioso que une nuestro ser con la realidad, algo tan profundo y fundamental que constituye nuestro íntimo apoyo” (citado en J. Carrón, El destino del hombre , Milano: Fraternità di Comunione e Liberazione, 2004, p.13).

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