Koinonía 2010-2011

dinamismo de nuestra persona. Y en la medida en la que el hombre vive, no puede evitar ciertas preguntas, independientemente de su pertenencia étnica, cultural, educativa, de cualquier tipo que sea. Por eso el sentido religioso coincide con «la naturaleza de nuestro yo en cuanto se expresa en ciertas preguntas: “¿Cuál es el significado último de la existencia? ¿Por qué existe el dolor, la muerte? ¿Por qué vale la pena realmente vivir?”. O desde otro punto de vista: “¿De qué y para qué está hecha la realidad?” El sentido religioso está situado, pues, dentro de la realidad de nuestro yo, al nivel de estas preguntas: coincide con este compromiso radical con la vida de nuestro yo, que se manifiesta en estas preguntas». 2 Por tanto la religiosidad nace de este asombro por la realidad, que despierta en nosotros todo el dinamismo de querer conocerla, porque todo el dinamismo de la persona es despertado y se manifiesta en estas preguntas que son el primer paso para poder responder a ellas. ¿Qué son estas preguntas? No es solo aquello a lo que las reducimos normalmente, una especie de sentimiento; involucran el sentimiento pero no se reducen a sentimiento, como tantas veces se reduce la religiosidad. La religiosidad tiene que ver con la estructura más noble del hombre: su razón, su libertad, sin desvincularlas de su afecto. Y cuando acontecen estas preguntas, ¿qué experimentamos en nosotros? ¿Qué es lo que descubrimos de nosotros mismos? La experiencia elemental de ser hombres, es decir, nos sorprendemos teniendo una serie de exigencias (de verdad, de conocimiento de la realidad, de belleza, de bien, de justicia, de cumplimiento de la vida), que no podemos evitar. Son exigencias tales que son una evidencia para cada uno de nosotros. Este conjunto de exigencias y de evidencias es lo más genuino, lo más profundo y lo más noble de nuestro yo. Nosotros somos este cúmulo de exigencias, este cúmulo de evidencias. ¿Podemos imaginar alguna persona que no tenga la exigencia de la felicidad o de que la vida verdaderamente se cumpla o de que haya justicia o de que la belleza domine la vida? ¿Es posible? No es posible, no es posible conocer un hombre que no tenga dentro todas estas exigencias. Este conjunto de exigencias y de evidencias es lo que la Biblia llama sintéticamente “corazón”. Y nosotros tenemos que tener cuidado con esa palabra porque normalmente reducimos el corazón al sentimiento, a la reacción sentimental ante las cosas. No. El corazón es este conjunto de exigencias y de evidencias, esta combinación de razón y afecto que 2 Luigi Giussani, El Sentido Religioso . Madrid: Ediciones Encuentro, 10ª, 2008, p. 71.

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