Koinonía 2012-2013

44 koinonía | anuario 2012-2013 que nuestra vida es. Así también en Haití, en un lugar tan feo, tan difícil, podemos vivir felices y estar en paz, porque estamos en el lugar que Dios quiere que estemos, dando la vida para Él y para su Iglesia. Esto es lo único que yo pido cuando empiezo mi día a las cuatro y media de la mañana (porque los bandidos están presentes y los curas tienen miedo de abrir las iglesias por la tarde y debido a esto abrimos la Iglesia muy temprano en la mañana) pido comprender y amar cada vez más a Cristo dentro de la realidad del día. Puedo estar llena de alegría por el nacimiento de un bebé o llena de tristeza por la muerte de otro. Pueden llegar los bandidos o puede llegar un amigo a visitarte, pero el corazón no puede temblar, porque la roca es Él, quien te quiere ahí. Si tú estás en esta roca, también una realidad tan pesada como la de Haití, no es un problema, sino la posibilidad de reconocer cada día más que el hombre solo no puede hacer nada. Que el hombre no es nada y está perdido procurando un camino que no sabe a dónde le llevará. El hombre necesita de una compañía, que es la Iglesia, de un destino, una meta, algo para lo que ha sido creado. En mi experiencia, se me hace más claro cada día que la compañía de la Iglesia es lo mejor que he podido encontrar para mí; mi destino es Cristo. Estoy en Haití, porque quiero que los hermanos haitianos también dentro de una realidad tan dura, puedan aprender a reconocer que existe la misma posibilidad para ellos. (Conferencia ofrecida en la PUCPR el 30 de octubre de 2012. Texto no revisado por el autor)

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