Revista Horizontes: primavera/otoño 2010 | Año LIII Nums. 102-103

30 dentro. Las tropas estaban terminando la limpieza en aquellos momentos. Lo peor de todo era que Cass y Long estaban seguros de que los mellizos no tenían armas. No había habido ningún disparo. Cass dijo simplemente: “Fue matar por matar.” (p.291). En fin, como al lugaru , al palmasoleño sólo le esperaba que alguien lo atrapara y lo exterminara. Y lo hicieron. Con ello, nuevamente los que ejercían el poder ostentaban que, apartarse de los dogmas verdaderos, de la ley y el orden acarreaba colocarse fuera de la protección de la ley, y por ende, objeto de asesinato impune, por un lado y, por el otro, aviso de que la “comunidad soñada” ha de ajustarse al marco de lo regulado por el poder soberano, a pesar de las contradicciones de la misma. En este sentido, abandonarse a la protección de la ley conlleva sujetarse al control de la ley, con su apéndice de renuncia al disfrute de la libertad anhelada. Abandonarse a la libertad implica, por otro lado, una contradicción. Por una parte, inspira deseo; por otra, temor. La libertad asume que no tenemos responsabilidad ni deberes hacia la sociedad, la familia y los demás, y viceversa. Pero tal asunción de la libertad implica una gran soledad e igualmente, un gran riesgo. La responsabilidad de alcanzar el deseo recae en la persona que lo desea y no en la ley. A nadie puede, pues, reclamar si no lo obtiene; tampoco, si, como sacer , es objeto de “caza”. Palma Sola: Comunidad de denuncia y anuncio ¿Qué reinterpretación podemos dar a Palma Sola dentro de un contexto de denuncia de la injusticia y de un anuncio a relaciones más justas? En su exposición del poder soberano, Agamben nota que el sistema hegemónico excluye al homo sacer , y utiliza la amenaza y la violencia para justificar su poder. Visto en el marco de Palma Sola, el estado y los grandes intereses económicos destierran a los campesinos para vivir al margen límite de la inanición y la desesperanza. Cuando resisten al biopoder, se organizan y hacen una propuesta distinta a la normalizada, el Estado asume y promueve un imaginario en contra de la comunidad presentándola como violenta, llena de criminales, brujos, y paganismo; promotora de actos sexuales aborrecibles; en fin, un grupo ingobernable- para justificar más violencia policiaca y militar. Los demás ciudadanos esperarían la pronto cobertura de protección de las instituciones por parte del Estado, la vuelta al sosiego y a la seguridad que produce el orden institucional que Palma Sola ha desafiado. No se puede, pues, bajo tal entendido, permitir más a Palma Sola. Es amenaza. Inspira un sueño de una comunidad solidaria y más justa. No obstante, su presencia sirve para justificar y aumentar el biopoder. A pesar de lo dicho, Palma Sola puede ayudarnos a reconceptualizar el rol de la comunidad palmasoleña en la resistencia a la inequidad social. Palma Sola nos convoca a la resistencia y a la denuncia, a desenmascarar la hipocresía generalizada que sabe lo que hay que hacer y no lo hace; a denunciar los valores hegemónicos que excluyen y matan. Para ello, no hay que idealizarla. Al decir de L. Martínez, su quehacer como comunidad de resistencia ha sido inconsciente y no intencionado. El liborista se encuentra en una situación límite, de extrema pobreza y destierro y va a Palma Sola porque realmente es la mejor opción entre muchas malas. Podemos, sin embargo, rescatar hacia lo que, como comunidad, señala: la denuncia de los poderes excluyentes y discriminatorios y la resistencia a estos. Igualmente, Palma Sola puede ser fuente de inspiración o llama viva a anunciar –como en la primera Navidad– la posibilidad de una sociedad distinta, más justa y solidaria, promotora de la paz. Los liboristas palmasoleños confían en la resurrección de Liborio, esperan la sociedad alterna; la celeste que se empieza a disfrutar en la tierra. Anuncian la misma y tratan de vivirla desde ya, aunque todavía no se ha concretizado perfectamente. Eso de por sí es una denuncia a nuestra sociedad injusta y excluyente; también, el anuncio de otra posible. Palma Sola: Masacre consumada; fe liborista consumada Erradicada la comunidad, aún pervive la fe en que Liborio volverá a redimir al cuerpo de creyentes en él. Aún después de muerto, Olivorio es el dios de ellos. Un dios negro que enfrentó al marino rubio (blanco). El respeto de los suyos lo sigue más allá de la tumba. En cualquier momento esperan que él llegue y hable por la palabra de algún escogido. Y establezcan otro proyecto redentor. Los creyentes liboristas continúan sus rezos, salves, y rituales. Observan las instrucciones que dejó. Mientras tanto, los palos siguen cantándole a Papá Liborio, el “investido por Dios”, el “de los poderes extraordinarios para curar y hacer milagros”, el que “auguraba catástrofe”, el “maestro”, y dicen: Ay, ay, ay. Dicen que Liborio es muerto. Liborio no es muerto ná, Liborio lo que le pasa, ay, ay, ay, que no come pendejá, ay, ay... Y, desde la creación literaria, se reivindica la imagen de la figura del líder presente-ausente en Palma Sola. Agramonte versa: Te seguían tus pies descalzos cuando mirabas el campo, cimarrón de dulzura milenaria, llenador de nostalgias. Resumen En fin, la figura romana de homo sacer , las categorías de nuda propiedad, poder soberano y biopoder son instrumentos para analizar y criticar las ideas subyacentes en la exclusión de Palma Sola y sus cofrades, con su consecuente

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