Revista Horizontes: primavera/otoño 2010 | Año LIII Nums. 102-103

7 reiteración, utilizada como elemento de intensidad psicológica en el plano del subconsciente; el uso de símbolos sexuales (técnica de raigambre freudiana, utilizada también por Hemingway); la fragmentación del tiempo; los enfoques cinematográficos, etc. Al referirse al estilo de Novás- Calvo, Fernando Alegría alega: Novás-Calvo consigue sugerir el angustioso desamparo del hombre moderno; más aún, su temática, –la norteamericana, con su balbuceo repetitivo usado como elemento de intensidad psicológica en un plano subconsciente– exalta el dramatismo de esta condición con un vigor inmediato que no tiene paralelo en el cuento hispanoamericano de hoy. (Fernando Alegría, Historia de la novela hispanoamericana , p. 285). En el campo de la poesía, es innegable la huella de Walt Whitman en el puertorriqueño Luis Lloréns Torres y en el dominicano Pedro Mir. La temática antinorteamericana se observa en numerosos cuentos y ensayos de la puertorriqueña Ana Lidia Vega y del también puertorriqueño, Luis Rafael Sánchez, entre otros. Transcribimos a continuación un fragmento de la novela puertorriqueña contemporánea, El lugar de los misterios (2008), del profesor universitario Angel Rosa Vélez, obra en la que se observa una fuerte crítica socio-económica a la sociedad puertorriqueña de hoy, por permitir que los patrones de vida de la sociedad norteamericana y su cultura hayan invadido sus patrones culturales en detrimento de su calidad de vida. Sucede, además, ayer como hoy, que las expectativas vendidas por el imperio a través del “confort”, de una propaganda subliminal, y el espejismo de una seguridad económica, llegan a formar parte de los anhelos y sueños de los necesitados. Comprar lo que no necesitamos es el afán. Son expectativas falsas que producen valores falsos y, por tanto, se vive una especie de irrealidad y de mentira. (Ángel Rosa Vélez, El lugar de los misterios , p. 156). 4. La literatura antillana nace, por lo general, en periódicos y revistas. Hoy en día, se publican libros en ediciones más o menos costosas, pero no en el siglo XIX, ni en épocas anteriores. Los cuentos del puertorriqueño, Enrique Laguerre, por ejemplo, salvo alguna que otra excepción en la que la narración aparece publicada en alguna antología, se publicaron en periódicos y en revistas y al día de hoy, 2010, aún permanecen así. Juan Bosch, en la República Dominicana también publicó, inicialmente, algunos de sus cuentos en periódicos y en revistas. Su relato, “La mancha indeleble” aparece publicado en el Saturday Evening Post , 1963, p. 78, y traducido al inglés con el título de “ The Indelible Spot ”, por Harry Shlaudeman, oficial de la Embajada Dominicana, con el propósito de abrirle a Bosch un camino en el mundo literario norteamericano. Los primeros cuentos de Bosch, “La negación”, “Orgullo”. “El prófugo”, aparecen en el periódico El Listín Diario (1929) y “Bobie”, “Bumbo”, “El cobarde” en la revista dominicana Bahoruco , (1931-1935) así como en algunos periódicos y revistas cubanos y puertorriqueños: El Puerto Rico Ilustrado y Alma Latina , (1938-1940). Su cuento “El Socio”, ganador, en 1941, del Primer Premio de los Juegos Florales Hispanoamericanos, aparece publicado en la revista cubana Carteles . Héctor Incháustegui Cabral señala en su ensayo “Los analfabetismos fundamentales “que la prosa dominicana, para la década de 1960-1970, andaba aún dispersa en espera de una paciente tarea de selección y de organización” ( De literatura dominicana. Siglo XX , 1968, p. 211). 5. En Puerto Rico, a diferencia de Cuba y de la República Dominicana, se observa una ausencia considerable de literatura de mar, debido, mayormente, a factores geográficos. Según nos contaba el escritor puertorriqueño, Enrique Laguerre, en sus clases de literatura antillana, las aguas que rodean el norte de Puerto Rico son sumamente profundas. La Isla carece de bancos de arena, que por lo general, son criaderos de peces y mariscos, lo que provoca el desarrollo de la pesca. Al no existir en Puerto Rico una industria pesquera desarrollada, como es el caso de Cuba –isla que de por sí constituye un archipiélago por estar rodeada de cayos e islotes– y de la República Dominicana, no existen, entre los pescadores puertorriqueños, relatos o anécdotas sobre el mar con méritos suficientes como para escalar las páginas literarias. Desde prácticamente los inicios del cuento cubano, con el relato “La agonía de La Garza”, de Jesús Castellanos, hasta el presente, el mar ha sido elemento importante en la literatura. Enrique Serpa, Carlos Montenegro, Reinaldo Arenas, Alejo Carpentier, Antonio Benítez Rojo, en Cuba y Juan Bosch, en la República Dominicana, son solamente algunos escritores en cuyas obras el mar es un elemento crucial. La muchacha de la Guaira , 1955, de Juan Bosch eleva a un primer plano el escenario y la idiosincrasia antillanos. Se trata de un libro donde el Mar Caribe, inestable y lleno de vitalidad “espejea bajo la luna hasta perderse en una lejana línea de verde azul tan claro como el cielo de sus noches” ( La muchacha de la Guaira , p. 166) y donde la tierra, por influjo del mar, también es propicia a la inestabilidad, a la vida vertiginosa, salpicada de avidez emocional donde se suceden las noches atolondradas en que los desconocidos se tratan con sorprendente naturalidad y donde la risa se mezcla con el llanto, con la emoción, con el misterio, con la obscenidad, en un marco de naturaleza violenta y huracanada. El cubano, Antonio Benítez Rojo es autor de tres libros sobre el Caribe: El mar de las lentejas , 1979 (novela); La isla que se repite , 1989 (ensayos) y Paso de los vientos , 1999, (cuentos), libro este último que recoge la visión del Caribe en diferentes tiempos a lo largo de quinientos años de historia. En Puerto Rico, Ana Lidia Vega recrea en Encancaranublado y otros cuentos de naufragio , 1983, colección de relatos basados en la convulsa realidad caribeña de nuestros tiempos, amasados con una nota satírica, irónica y de gran desenfado coloquial, la tragedia antillana contemporánea enmarcada en aguas caribeñas. Este Mar Caribe, su profundidad, su peligrosidad, sirve de marco al

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