Revista Horizontes: primavera/otoño 2011 | Año LIV Núms. 104-105

27 varios visitaron dicho pueblo a lo largo de la centuria. Hay constancia de que entre 1707 y 1763 cinco obispos visitaron el pueblo de Arecibo: D. Pedro de la Concepción de Urtiaga (1707), D. Fernando de Valdivia (1720), D. Sebastián Lorenzo Pizarro (1729 y 1734), D. Francisco Julián Antolino (1750) y D. Mariano Martí (1763). 34 Así pues se deduce que, por lo menos, los obispos Sebastián Lorenzo Pizarro y Francisco Julián Antolino vieron muy de cerca el problema de esclavas con hijos naturales y pudieron enterarse que esta situación respondía a que los amos abusaban sexualmente de sus siervas o a que se permitía que los negros vivieran amancebados, quebrantando lo dispuesto por la Iglesia. En 1729 el obispo Pizarro se expresa sobre el particular de la siguiente manera: …Porque muchos de los amos de esclavos, abusando de su dominio, y faltando a la buena educación y enseñanza de estos en el Sto. temor de Dios, y observancia de la divina Lei, permiten, consienten, adulan o lisonjean al torpe uso de sus Cuerpos a costa del interés perecedero de los partos; y deviendo castigarles dos. excesos se los lisongean. 35 Los casos de mujeres libres, solteras, que mantenían trato ilícito que culminaban en embarazo eran igualmente indecorosos y, según parece, con el tiempo, fue un problema que se fue agudizando, convirtiéndose en una gran preocupación para las autoridades eclesiásticas. En 1750, el obispo Francisco Julián Antolino se lamentaba: …Haviendo experimentado en este Pueblo, con grave dolor y sentimiento nro. los muchos escándalos y ofensas que se cometen contra la Magestad de Dios nuestro Señor procurando evitarlas en quanto no es posible sobre las varias providencias que tenemos dadas, rogamos adho. Theniente a Guerra, o Juez que al presente y en adelante mandase en este pueblo, que assi como por su empleo, y recta administración de Justicia, están obligados a enmendar correjir los escándalos, assi procuren con el maior cuidado y vigilancia celar las entradas y salidas en casas sospechosas por hombres y mujeres, evitando sus tratos y conbersaciones quando lleguen a sospechar no son dirigidas a buen fin; y si no obstante su celo y cuidado, a que coadyuvará dho. Cura, llegase la maldad a hacerse patente y escandalosa, viendo embarazada alguna mujer, o mujeres solteras, pasa dho. Juez a hacer averiguación de quien procede el preñado y asegurándolas en deposito hasta que paran, por que las criaturas no perezcan… 36 La Tabla núm. 1 demuestra, en efecto, un nutrido grupo de hijos naturales de mujeres tanto libres como esclavas. En la Tabla núm. 3 se anotan varias esclavas que bautizaron a sus hijos naturales en 1745. Uno de los datos que más comúnmente se señala en las actas bautismales es el lugar de origen de los padres. Una inmensa mayoría de las que contiene este libro señalan que los padres de los bautizados eran naturales del pueblo de Arecibo. Sin embargo, hay vecinos en el lugar que eran de otras partes de la Isla. Y esto es interesante pues es indicativo de los constantes movimientos migratorios que se producían dentro del mismo país. Las actas de 1736 y 1737 registran varios vecinos de Manatí. Aunque ese pueblo tenía capilla con cura párroco asignado desde 1729, la cercanía geográfica podría explicar el porqué varios de sus vecinos asistían a la parroquia arecibeña a recibir algunos sacramentos. 37 Manuel Robles, Felipe de Santiago, Gregorio Meléndez, Justo Rufino, Pablo de Alisea, Blas de Candelaria y sus respectivas mujeres son varios de los que dicen ser de Manatí. 38 Algunos vecinos son oriundos de la Vega, Toa y la Ciudad de Puerto Rico (San Juan). Por ejemplo, Thomas Martín y Francisco Tavares son de la Vega mientras que los consortes Juan García y Juana Rodríguez son del Toa. 39 Por otro lado, Juan Fernández, Miguel Miranda, Bartolomé Diepa, Antonia de Reyna y Olivos y Joseph Saldaña son naturales de San Juan. 40 Del oeste vienen procedentes del pueblo de San Francisco de la Aguada, Añasco y tan lejos como la Villa de San Germán. Juan de Vargas y Francisca Marques son de Aguada. De Añasco llegó Francisca Valentín que, como madre soltera, bautizó a su hijo Manuel en julio de 1745. 41 De la Villa de San Germán llegaron Raymundo Ortiz, D. Baltazar de Rivera Nazario, Lucas Cintrón y Lorenzo González, entre otros. 42 Y del sur no es raro encontrar gente de Coamo y Ponce. Domingo de Torres y Cristóbal de Figueroa llegan, en la década de 1740, procedentes de Ponce. 43 Hay un buen número de vecinos que aparecen bautizando a sus hijos, en diferentes ocasiones, pero que ya desde hace algún tiempo vienen haciendo gestiones para fundar una nueva población en el interior montañoso. 44 Poco después, en 1739, quedaría constituida esa población bajo el nombre de Utuado. La presencia de extranjeros en Arecibo quedó también registrada en las actas de este libro sacramental. No son muchos y la mayoría son españoles como era de esperarse. Entre éstos hay peninsulares e isleños. También hay algunos irlandeses y alguno que otro francés. Además, están aquéllos que no emigraron a Puerto Rico voluntariamente, sino que vinieron en calidad de esclavos. Desde finales del siglo XVII y a lo largo del siglo XVIII se trató de fomentar la inmigración de familias españolas, sobre todo canarias, a fin de fomentar el crecimiento demográfico, y más que nada, el desarrollo agrícola. Sobre estos dos puntos han debatido ya algunos de nuestros más reconocidos historiadores. Fernando Picó muestra serias dudas acerca de si, en efecto, había que fomentar la inmigración extranjera cuando la realidad era que localmente ya se estaba dando una serie de factores que provocarían un dramático crecimiento poblacional durante ese siglo. 45 Por otro lado, Francisco Moscoso también cuestiona el efecto que pudiera haber tenido la inmigración de canarios al progreso de una agricultura local. Según éste, los pocos que pudieron haber venido se insertaron en la agricultura de subsistencia que ya existía hacía tiempo. 46 De todos modos, la verdad es que poco o mucha se produjo alguna inmigración canaria a la Isla y en Arecibo se establecieron unas cuantas familias. Entre los vecinos

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