Revista Horizontes: primavera/otoño 2011 | Año LIV Núms. 104-105

28 extranjeros de Arecibo también había algunos irlandeses. Hay evidencia que algunos naturales de ese país llegaron a Puerto Rico tan temprano como el siglo XVII. Para ellos era cómodo entrar a las posesiones españolas pues al ser practicantes de la religión católica no encontraban ningún impedimento. Tanto los irlandeses como los otros extranjeros establecidos en Arecibo se integraron plenamente a la sociedad criolla, contrayendo matrimonio, casi todos, con mujeres del patio. La Tabla núm. 4 señala aquellos forasteros que vivieron en Arecibo entre 1735 y 1749. Otros extranjeros que se pudieran citar fueron aquellos que vinieron en calidad de esclavos. Varios de ellos fueron bautizados en edad adulta cumpliendo las directrices eclesiásticas de cristianar a los paganos. El 17 de diciembre de 1735 fue bautizado Antonio, un negro de Angola. Aunque no se señala el nombre de su amo, el acta apunta que su padrino fue Ygnacio de Villafaña. 47 Otro Antonio, en esta ocasión un niño de 11 ó 12 años, y de nación “mina” fue bautizado en septiembre de 1741. El padre cura D. Alfonso Fernández de Molina hace constar que “haviendolo examinado de los misterior de Ntra. Sta. feé lo halle capaz” . 48 Josef, otro negro de nación “guango” y perteneciente a Juan de Montalbo, pasó por igual examen doctrinal y fue bautizado en junio de 1743. 49 En marzo de 1747 Joseph Collaso e Ysabel María llevaron a bautizar a dos esclavos oriundos de Guinea. 50 Estos continuos testimonios en los libros sacramentales de Arecibo evidencian cuán activamente participaban los arecibeños en el comercio de esclavos. El mismo se hacía por vía de San Thomas como lo atestiguan otras actas bautismales. 51 Si estos esclavos pudieron haber sido adquiridos legalmente o ilícitamente, no se sabe, pero tomando en cuenta la realidad económica de la época, es casi probable que hubieran sido introducidos a través del contrabando. Cuando el Mariscal D. Alexandro O‘ Reylly redacta su memoria en 1765 señaló que los vecinos de Arecibo poseían 268 esclavos (138 varones y 130 hembras). Aunque algunos de esos siervos pudieron haber sido introducidos por vía del comercio, es de suponer que la mayoría de ellos eran criollos. Como se vio en la Tabla núm. 1 las esclavas casadas y solteras parecen ser muy productivas biológicamente, si tomamos en cuenta la cantidad de hijos que llevan a bautizar. Los esclavos eran empleados principalmente en el trabajo agrícola de las estancias, aen el pastoreo de ganado en hatos y criaderos y en varias tareas de carácter doméstico. La agricultura prosperaba por ese entonces en Arecibo. Precisamente, en esa década de 1730, algunos vecinos del lugar estaban solicitando tierras de labranza para el desarrollo de nuevas estancias. Francisco Moscoso anota los casos de Juan Ortiz y Jacinto Felipe, quienes en 1733 y 1736, respectivamente, aspiraban a ser beneficiados con la concesión de terrenos en los sitios de Biafaras y Tanamá. 52 Para el laboreo de esas fincas se necesitaba mano de obra, la cual habría de ser provista por los esclavos. Entre 1735 y 1749 un buen número de vecinos figura como propietario de esclavos. Cuántos tenía cada uno de ellos es difícil precisar, pues desafortunadamente no existen censos, ni padrones de esclavos para esa época en Arecibo, ni para ningún otro pueblo de la Isla. Solamente el hecho de que se repita el nombre del propietario cada vez que los esclavos llevaban a bautizar a sus hijos pudiera brindar una idea de cuán grande pudiera haber sido su dotación. En Arecibo no existe un patrón para la propiedad de siervos. Tienen los militares, los civiles y hasta el cura. Poseían esclavos por igual tanto hombres como mujeres. (Ver Apéndice: Listado de propietarios de esclavos.) En los protocolos notariales para el siglo XIX queda demostrado que los esclavos cambiaban continuamente de amo por vía de transacciones de compraventa, herencia o donaciones. En los libros sacramentales esto queda de manifiesto por las diferencias de apellidos. Por lo regular los esclavos tomaban el apellido de sus amos y así puede verse muy seguidamente en las actas. Así es fácil distinguir que Blas y Bernabela Correa son esclavos del Sgt o My r D. Joseph Correa y que Juan y Josepha Rodríguez pertenecen al Tt e Joseph Rodríguez. 53 Sin embargo, también es común encontrar esclavos que llevan apellidos diferentes a los de sus propietarios lo que es ciertamente evidencia de haber pertenecido a alguien más. Por ejemplo, Francisco Montañés y Sebastiana Muñiz eran esclavos de Domingo de Jesús, mientras que Francisco Tirado y Catalina del Ruis fueron siervos de Juan Carrión. 54 Un hecho que resulta interesante y que representa un total desacato de las disposiciones eclesiásticas es el matrimonio de esclavos con personas libres. Como ya se dijo antes, la Iglesia, más que desalentar, prohibía que tales cosas ocurrieran. Pero una cosa era lo que decía la norma escrita por los obispos en sus cartas pastorales y otra era lo que en realidad ocurría en el campo. Ciertamente estos enlaces ocurrían y aunque quizás serían más comunes entre esclavos y mulatos o pardos libres, no era raro que se diera entre un blanco y un esclavo. Este tipo de relación encierra cierta consideración legal, pues a los hijos de esclavas se les consideraban esclavos también, 55 es decir, la madre transmitía una condición jurídica. Aunque se han realizado excelentes trabajos sobre el negro y la esclavitud en Puerto Rico, no parece que se haya abordado este tema en nuestra historiografía. En Arecibo, y esto tal vez como reflejo de lo que pasaba en otras partes de la Isla, se identificaron para el período bajo estudio cerca de una docena de matrimonios mixtos que se anotan en la Tabla núm. 5. El 5 de agosto de 1702, en el contexto de la Guerra de Sucesión Española, Arecibo se convirtió en el escenario de una gesta heroica. Ante un sorpresivo ataque inglés compuesto por una tropa de unos treinta y dos invasores, un grupo de valientes vecinos arecibeños, armados con machetes y lanzas, lograron detener el avance agresor bajo el liderato de D. Antonio de los Reyes Correa. Éste fungía entonces como Teniente a Guerra interino. 56 Los ingleses salieron bastante maltrechos con una cantidad considerable de bajas. De los puertorriqueños sólo fueron heridos D. Antonio, el Ayt e Nicolás Serrano, el Sgt o José Rodríguez y Pedro de Alejandría. Éste último falleció luego a consecuencia de sus heridas. La Corona supo reconocer la bravura de estos héroes locales a quienes

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