Revista Horizontes: primavera/otoño 2011 | Año LIV Núms. 104-105

TIEMPO DE SEMBRAR ESPERANZAS Profa. S. Damary Burgos Departamento de Historia, Bellas Artes y Música Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico El día que nadie aplaudió Reflexionando sobre las múltiples artísticas que he tenido el privilegio de efectuar este semestre, reconozco el evento catalítico que propulsó lo que jornada intensa al servicio de una Voluntad Superior. A finales de junio, mi familia en Filadelfia se preparaba para una mudanza épica, producto de cesantías laborales. La misma coincidía con la celebración del veinte aniversario de mi clase graduanda en la Escuela de Bellas Artes de Filadelfia. Obviamente, Dios conspiraba para que viajara, cumpliendo a la vez con el deber de: brindar apoyo familiar, recoger los escombros de mi memoria (a sótano de mis padres) y celebrar 20 años de producción artística con viejas amistades. En el camino, observaba un avión lleno de familias jóvenes, niños pequeños y, contrario a ocasiones anteriores, la inmensa mayoría de la tripulación no parecía dominar el inglés ni haber viajado antes. El avión se sentía impregnado de nervios colectivos, ilusiones ingenuas y fraternidad. en mis hermanas menores y sobrinos, recién trasladados a una vida nueva en el exterior, buscando el sueño d maravillas y agobiados por la desesperanza. Filadelfia los viajeros aplaudieron, aparentemente agradecidos por haber sobrevivido la turbulencia. En los 31 años que llevaba corriendo el mismo trayecto, no recordaba que aplaudieran al llegar a Estados Unidos… Una vez en Filadelfia estaba decidida a explorar los nuevos espacios culturales que habían surgido. puertorriqueño, impresionada por el florecimiento de tantos murales nuevos (todos dedicados al orgullo cultural observaba el centro de la ciudad salpicado de arte p estaciones de transporte colectivo, muros privados, nuevas organizaciones comunitarias, etc. La ciudad estaba invadida por iniciativas muy alentadoras y creativas: cooperativas de artistas, fábricas remodeladas para fines de vivienda verde, talleres artísticos, jardines sembrados donde antes dominaban vertederos y edificios enfermos. En fin, encontré una ciudad vibrante, luchando por sobrevivir retos económicos en el ingenio y creatividad de su gente. Era una extraña mezcla de orgullo, felicidad, nostalgia y tristeza. Mi padre y madrastra habían sido de los cientos de anónimos quienes intervenciones sería una ún en el Pensaba e las mil Al llegar a Visité el barrio ). Luego úblico en - apostando mi habían sacrificado décadas de sus vidas para traer un poco de justicia social a la ciudad. Mi padre dirigió en Filadelfia uno de los vecindarios (principalmente latino) que el ex presidente Clinton había declarado como Zona de Apoderamiento década de 1990. Ahora que no se podía negar el impacto inmenso de dichos esfuerzos nobles, trabajo. No obstante, sus labores son de gran orgullo para nuestra familia: a mis hermanos y a mí, nos inculcó la importancia del trabajo de hormiguitas y la dignidad del trabajo a servicio del prójimo. Ahora mi padre continuar Nueva Orleáns. Y aunque igual de orgullosa por ello, no podía evitar pensar en lo que hubiera cambiado si hubiese tenido la misma oportunidad de aportar sus conocimientos y talentos en su tierra natal. Como educadores, es algo que no podemos ignorar: la sangría cerebral que sufre Puerto Rico anualmente. Al final del viaje, ya anhelaba estar de nuevo rodeada del verdor de mi isla con mis hijos y esposo. avión, me encontré un grupo totalmente Este grupo era de gente mayor. Los pocos que parecían hablar español, lucían como retirados logrando al fin sus sueños de una vida tranquila en una casita de campo. que fuera tan marcada la diferencia entre las po estos dos vuelos? El tsunami de pensamientos imposibilitaba el descanso durante el viaje y mi mente artística calculaba maneras de plasmar dicha incógnita. Finalmente aterrizamos en Puerto Rico. Esperaba el acostumbrado aplauso de los puerto retorno a la isla, pero nadie aplaudió… descendido por el intolerable peso del silencio a estado catatónico se interrumpió po hacía mi corazón. Me sentía culpable de no h aplauso, siempre esperando que otro lo hiciera. detuvo repentinamente y el piloto anunci esperábamos el cruce de una manada de iguanas, excitando los ánimos de los turistas. Espontáneame aplaudí a las iguanas por imponernos un momento de reflexión y la sensibilidad del piloto que pudo haberlas ignorado de llegar al puerto. Pero el silencio de ese aterrizaje me sigui perturbando. Terrazos, viento y marea en Mayagüe Los artistas que han elegido ej educadores tenemos una responsabilidad doble comparable con la del profesor de ciencia con su investigación. productivo como artista, y exponiendo, no es tarea fácil con la labor agotadora de enseñar. Pero tampoco es tarea fácil enseñar arte sin crearlo de forma activa. Este año, le pedí a Dios que me diera fuerzas para cumplir con dichas responsabilidades, y así lo ha hecho. invitación inesperada para exponer en el de Mayagüez entre octubre y noviembre. limitación del tiempo, decidí no despreciarla. 43 en la él se mudaba por falta de ía esa gesta en Otra vez en el diferente al primero. ¿Cómo era posible blaciones de rriqueños celebrando su El avión parecía haber bordo. Mi r la presión y el ruido que aber iniciado el El avión se ó en inglés que nte y, sin pensarlo, con tal ó z ercer la vocación de Mantenerse De inmediato recibí una Recinto Universitario A pesar de la

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