Revista Horizontes: primavera/otoño 2011 | Año LIV Núms. 104-105

17 Antepongo la sabia advertencia de Carlos: No debemos descuidar el hecho de que detrás de las bellas formas se encuentra la solidez de un verdadero filósofo: alguien que estudió seriamente la filosofía, alimentó su pensamiento con la lectura más adelantada y abundante que hizo de los pensadores y actores de su tiempo, sin descuidar el de los antiguos. Alguien que tuvo, como muchos de nosotros, la ocasión de seguir aprendiendo al impartir el pan de la enseñanza ; alguien que demostró en cívicos debates públicos , como las famosas conferencias en el Liceo de Guanabacoa, su interés por los temas abstractos, pero fundantes, como la polémica entre el realismo y los idealismos, defendiendo posiciones originales. También en su amplia labor periodística tuvo Martí ocasión de hacer resaltar, junto a los análisis de los movimientos sociales y políticos de su tiempo, las obras de pensamiento de muchos de sus contemporáneos, entre los cuales no es posible dejar de mencionar los escritos del filósofo norteamericano Ralph Waldo Emerson. Interesantemente destaca Carlos un hecho poco conocido, pero de una naturaleza que algunos de nosotros también hemos experimentado a lo largo de una vida. Se trata del activismo que nos arrastra, en detrimento de una producción intelectual formal. Este hecho es que Martí acariciaba el proyecto de escribir un libro, una obra que, como dice, “llevaba en su alma” por años, y que pensaba titular “ El concepto de la vida”. Nunca llegó a escribirlo, pero éste de Carlos permite columbrar cómo habría sido el mismo. Dr. Carlos Rojas Osorio. Fotografía reproducida de: Luis, X. (2012). En la Biblioteca de la Casa de España: Presentación del libro “La filosofía en Puerto Rico. Los transterrados” de Carlos Rojas Osorio. Galicia en Puerto Rico: Voceiro independente da colectividade galega asentada na Illa do Encanto . Recuperado de http://galiciaenpuertorico.blogspot.com/2012/01/en-la- biblioteca-de-la-casa-de-espana.html Yo diría que una característica sobresaliente de la concepción filosófica de Martí consiste en que no es separable ni de su vida llena de amor , ni de su poesía , ni del trabajo con el que se ganaba el pan, ni de sus intenciones y propósitos políticos , ni de su mirada atenta al rumbo del mundo en el siglo XIX. Tampoco habló Martí principalmente para los intelectuales, aunque procuró llenar de pensamientos profundos y auténticos su discurso dirigido a la gente común y corriente, a la gente que respetaba, estimaba y servía. Una tal vida y actitud exigía una forma de expresión, que si bien le era connatural y le brotaba espontáneamente, era también el fruto consciente de su deseo de adecuarse a la tarea que se había trazado como objetivo. Como tantas veces repitió, la vida de Martí fue una vida examinada. Martí dejó constancia de este examen, y Carlos lo recoge excelentemente. Reflexionando sobre el paisaje intelectual caribeño del siglo XIX, Carlos encuentra, entre otras, tres figuras señeras: Andrés Bello, el más analítico , Eugenio María de Hostos, el más sistemático , José Martí, el más i ntuitivo . Esa intuición, que parece la más humilde de las tres cualidades evocadas, es en primer lugar un don que denota una grandeza de la cual la Naturaleza es más responsable que el individuo que de ella goza: el don de la genialidad. No nos detendremos en probarlo. Al primer contacto con su obra ese genio rezuma y contagia. Pero la intuición en Martí, nos dice Carlos, no es sólo un fruto natural. Está apoyada en un uso estudiado y sabio de la retórica y de la dialéctica por alguien que a la vez – también nos comenta Carlos – no es ingenuo, sino sencillo y recto, no es fantasioso, sino maestro de la metáfora, no ignora el silogismo, sino que al razonamiento apodíctico añade la dialéctica, que incorpora el uso de los contrarios y utiliza los argumentos probables. Con ello está Martí en la buena compañía de Aristóteles, autor de la Retórica y de los Tópicos , y de Cicerón, quien justifica el uso de estas técnicas cuando están en manos de personas versadas en la literatura, la ética y la filosofía en general. Digamos algo de esa INTUICIÓN como forma de pensar: Intuere designa un modo peculiar de mirar. Es una mirada interior: intus . La intuición es la raíz de la contemplación y es potenciada por el decidido carácter espiritual de la filosofía de Martí. Intuición tiene mucho que ver con tuere – proteger – como hace el tutor , que cuida de los suyos. Es la persona sensible al otro la que mejor usa la intuición, como hacen las madres. Este aspecto de la intuición es lo que también enfatiza Matthew Lipman cuando habla de “caring thinking” , que es una realidad que se nota a primera vista en el pensamiento de Martí. Por sensible, el individuo intuitivo tiene aguzados los sentidos. El intuitivo es una persona visual, auditiva, y tiene también el sentido interior de las ideas, que le vienen como chispazos. De su propio poder de intuición da testimonio Martí en el prólogo a sus Versos libres cuando dice: Estos son mis versos. Son como son. A nadie los pedí prestados. Mientras no pude encerrar íntegras mis visiones en una forma adecuada a ellas, dejé volar mis visiones: ¡Oh! ¡Cuánto áureo amigo, que ya

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