Revista Horizontes: primavera/otoño 2011 | Año LIV Núms. 104-105

18 nunca ha vuelto! Pero la poesía tiene su honradez, y yo he querido siempre ser honrado… Tajos son estos de mis propias entrañas – mis guerreros. Lo que aquí doy a ver, lo he visto antes. (Yo lo he visto, yo). Y he visto mucho más, que huyó sin darme tiempo a que copiara sus rasgos. ¿A qué lo lleva la intuición? También lo dice Carlos: al uso de la analogía . He aquí una de las grandes características del pensamiento y de la palabra de Martí. Es preciso detenernos en ello, so pena, si no lo hacemos, de malentender a Martí. La analogía básica usada por Martí es la similitud entre los procesos de la naturaleza y los procesos del espíritu . Es un pensamiento que lo lleva a la vez a una reflexión admirativa sobre la maravilla de la Naturaleza y a una resuelta afirmación de la realidad de la existencia del ámbito de lo espiritual. Martí conocía muy bien que el mundo de la Naturaleza es el reino absoluto de la Necesidad. Sabía igualmente bien que el espíritu es el principio donde puede florecer la libertad. Pero en su cosmovisión, la existencia de esta contradicción, u oposición, entre el mundo natural y el espiritual, no lo lleva, como a Descartes, a una aporía que escinde el mundo. “Teóricamente, dice Carlos, Martí no hace concesiones ni a la fe ni a la mística”, las cuales, precisamente, se basan también en la analogía. En la analogía al modo que Martí la usa, afirma el autor del libro “parecería tratarse de un paralelismo como el que se le atribuye a Baruch Spinoza, sólo que sería un paralelismo evolutivo, en el que al desarrollo evolutivo de la materia corresponde un paralelo desarrollo de la forma”. Lo cierto es que en las expresiones de Martí no se huele el dualismo cartesiano. A mí estos desarrollos a base de analogía me recuerdan los desarrollos de otro tipo, pero en este mismo tenor de tendencia a la unidad, en el siglo siguiente, de Ernst Fischer, describiendo cómo, a la inversa de una cierta visión platónica, en que la materia adquiere lo que la diferencia de la nada y del mal a partir de la in- forma -ción, es la materia la que nos hace presentir en la estructura, que es suya, la realidad de la forma. Recuerda también el pensamiento finisecular de Edgar Morin, y de otros representantes del discurso de la complejidad, que formulan el concepto de emergencia , aludiendo a la síntesis de elementos del ambiente que añadiéndose a los elementos de un autoecosistema vivo anterior, constituye la causa del nuevo fenómeno que exhibe nuevas propiedades. La consciencia, en sus varias manifestaciones, es el fenómeno emergente que a menudo identificamos como manifestación o evidencia de lo que en filosofía podemos llamar espíritu. Yo diría que todo tipo de la analogía, incluyendo la aristotélica, tiene el rasgo común de ser comparación por semejanza. La del estagirita, sin embargo, es analogia entis , como certeramente apunta Carlos, lo que conlleva afirmar la existencia de grados de ser entre los análogos, hecho que no está contemplado en la visión martiana. La analogía es una forma de pensamiento utilizable para una argumentación probable, que logra muchas veces el asentimiento del interlocutor. Definitivamente, no es el tipo de procedimiento mental que usa la ciencia. Pero la intuición, usando controladamente la analogía, llevó a Martí, no solo a asentir a las teorías de Darwin, como nos informa Carlos, sino también a presentir la conexión del proceso biológico con otras manifestaciones del humano, que nada lo detuvo de apellidar espirituales. Martí tiene un alto concepto del valor de la ciencia, y en sus textos más explícitamente de enseñanza filosófica, que Carlos cita, insiste en la necesidad de la argumentación “racional”, tomando esta palabra en el sentido de tendiente a la univocidad . Como en el mismo apartado del libro menciona el Dr. Rojas, debemos tener claro que este método analógico no lleva a Martí a conclusiones metafísicas, en el sentido de que su ontología no es una camisa de fuerza para su poder de observación, como ocurre en el pensamiento dogmático, que él tan resueltamente rechaza. Martí dice que su método no es explicar lo que se ve por medio de lo que no se ve, sino todo lo contrario. Es a partir de lo que se ve que podemos comprender el Universo, aunque permanezcamos en el campo de lo analógico. La metáfora se basa en lo natural, que es lo observado, y lo lanza a la consideración de lo espiritual como distintivo del Hombre, y eso lo lleva a lo que Carlos llama un “naturalismo humanista, o un humanismo naturalista”. Cita Carlos al Maestro cuando dice: “El alma humana, al viajar por la Naturaleza, se halla a sí misma en toda ella”. Si tal aserto lo aproxima, como a otros grandes filósofos, a un panteísmo o panenteísmo, la verdadera conclusión analógica no es la un aserto metafísico, sino la de reforzar la idea de una visión integral del ser humano, que insiste, además de en nuestra esencial integración a la totalidad de la Naturaleza, en la apertura del hombre a lo más digno y elevado de su ser, al espíritu. La contemplación de la Naturaleza hace que Martí presente el ideal de dejarse llevar por lo que Carlos Rojas llama un “impulso alciónico”, o sea, a una búsqueda de la superación humana. Por eso, sabiamente, dice Carlos en su libro: “ Son los frutos de su pensamiento lo que debe retener la atención a la hora de estudiar su filosofía”. Y esos frutos son la exigencia ética y una visión optimista del mundo. Siempre que la analogía no se tome como forma exclusiva de pensar, la misma se convierte en un arma poderosa. En primer lugar, la analogía exige una inclinación creativa, para buscar las semejanzas, las correspondencias, y hasta las contradicciones. Carlos nos hablará de estas cosas cuando analice la influencia de Baltasar Gracián en Martí. Me gustaría, por mi parte, señalar cómo el ya citado Matthew Lipman expone que al pensamiento crítico se debe añadir, para alcanzar el nivel de pensamiento de orden superior, la creatividad, acompañada por la comunidad de indagación (community of inquiry). Igualmente, en estudios sobre el genio y la creatividad, se insiste en que el progreso que el genio aporta al descubrimiento de la realidad se caracteriza, históricamente, más que nada por la velocidad del proceso . (Sin el genio, la humanidad llegaría alguna vez, aunque con más retraso, a descubrir lo que de una magistral intervención aportó el mismo). Cuando se considera la evolución del pensamiento a través de

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