Revista Horizontes: primavera/otoño 2011 | Año LIV Núms. 104-105

19 la historia, se puede observar que la Humanidad, como un colectivo, de todas maneras, va dando pausados pasos en el descubrimiento de relaciones entre las cosas y los temas, pero lo que logra el genio es hacer dar a la humanidad pasos de gigante. El genio es pues, alguien que necesita estar inserto, y poder interpretar, el movimiento colectivo de las ideas. La genialidad está entonces, a mi parecer, conectada con la intuición y el poder analogizante de la mente. Este progreso, que además de individual en el genio, es colectivo en la humanidad, se ve en el estudio de la progresiva “liberación” de la observancia de reglas en los textos poéticos a través de la historia, estudiada por Jean Cohen, en su libro Estructura del Lenguaje Poético . (Gredos, 1970). Aunque probablemente atribuido en forma errónea por Cohen a la esencia de la poesía, en el sentido de que fuera un requisito indispensable de la misma, y una constante histórica universal, el fenómeno de la conservación del sentido a pesar de la elisión de reglas fónicas, semánticas y sobre todo sintácticas en la poesía es consistente con las diferencias existentes entre un pensamiento lógico-silogístico y un pensamiento analógico que use la retórica y la dialéctica. Todo esto refuerza la opinión expresada por Carlos acerca del tipo de filosofía practicado preponderantemente por Martí con base en la analogía. Dejo de lado, en vista del espacio disponible, los interesantísimos planteamientos de Carlos en cuanto a la mayor parte de los acápites previstos y me detengo brevemente en el dedicado a la crítica de la religión, uno de los más breves, por la relación existente entre el hábitus analógico de discurrir, y la base ordinaria del pensamiento religioso corriente en Occidente, que es el objeto principal de su crítica. He señalado en esta presentación como una característica decisiva de la filosofía de vida de Martí el carácter espiritualista de su filosofía de vida. Aunque esta manera de decirlo presta el flanco a muchas interpretaciones diferentes, el juicio del autor del trabajo, con el cual coincido personalmente, es que se trata de una posición de Martí sumamente decidida y de las menos problemáticas frente al pensamiento moderno en cuanto a sus implicaciones. Interpreto su afirmación de que todas las religiones son muy similares en el sentido de que las mismas suelen tener bases muy parecidas. Él identifica esta base en los mitos y en los símbolos que dan pie a unas creencias que comparten salvajes y entendidos. Martí no rechaza esta base. En el caso que vamos a citar, está hablando a propósito de la excomunión del Padre “McGynn, de bravo corazón”… “en quien se encarna el espíritu de rebeldía y examen, a que deben los hombres su adelanto”. No condena el fijarse en los mitos y tampoco, gracias a ellos, fijar los ritos: “No puede suprimirse ningún factor humano. Por su órbita andan los astros, y por su órbita anda el hombre”. El puesto del mito, del que parte casi siempre la analogía religiosa, está siendo estudiado al presente en otro contexto, con un mayor entendimiento de su aporte al pensamiento del ser humano. De la misma manera que Martí no saca conclusiones metafísicas de sus analogías entre los datos de la Naturaleza y la existencia evidente del ámbito espiritual, lo que Martí critica en la religión de su tiempo es su carácter dogmático. Cuando Martí pisa tierra europea por primera vez acababa de cerrarse el Concilio Vaticano I, durante el cual se proclamó la Infalibilidad Pontificia y se impuso doctrina con un consenso limitado. Lo que Martí critica al dogmatismo es que no ofrezca la prueba racional de lo que afirma. No está considerando otros aspectos más “amables” del dogma, como el hecho de que, en su pureza original, representa la opinión común de una colectividad, destinada a promover la solidaridad del grupo. Si el ataque al dogmatismo ignora estos detalles, la defensa del mismo descuida subrayar la diferencia que hay entre lo que puede ser la naturaleza de una palabra tomada por revelada, y necesariamente apoyada en la analogía, y lo que es la prueba (epiqueremática) de las premisas (falsables) de un silogismo. Por la persistencia de estos descuidos por ambos lados es que el tema de los dogmas es todavía hoy intratable. Lo relevante, en el estudio de Martí, es que su filosofía de vida, en la forma en que abraza el razonamiento analógico, es parte central en la solución del conflicto. Y al tomar en su sentido institucional la palabra Iglesia (habla de “Iglesia oficial”) – hecho que no lo distingue de usos muy frecuentes – concluye lúgubremente: “Al fin se está librando la batalla. La libertad está frente a la Iglesia. No combaten la Iglesia sus enemigos, sino sus mejores hijos”. Pero en párrafos muy próximos, hablando de otras perspectivas, sentencia: “Las religiones, en lo que tienen de durable y puro, son formas de la poesía que el hombre presiente; fuera de la vida, son la poesía del mundo venidero: ¡por sueños y por alas los mundos se enlazan!” No es de extrañar, por su extracción sociocultural, por las ideas de sus maestros a los dos lados del Atlántico, por el espíritu del tiempo, y por la situación eclesiástica de su época, que Martí no tuviera una visión mínimamente inclinada a ninguna “ortodoxia”, pero tal hecho es perfectamente compatible con que Martí se caracterizara en su persona por una “ forma de vida ” (por utilizar el vocabulario de Eduard Spranger – “ Lebensformen ”) en que la categoría de homo religiosus y la de homo socialis compartieran la dominancia de su perfil humano. Los rasgos principales de estas dos “formas de vida” son descritos por el filósofo, psicólogo y educador alemán como: amor por la gente, una pasión por invertir mis recursos en hacer alcanzar a otros su potencial humano; una pasión por buscar y perseguir el más alto sentido de la vida, alcanzar una filosofía de la vida. Como dato curioso, comentaré que de una conversación sostenida con Cintio Vitier y con Fina García Marruz, cuando laboraban como hormiguitas día tras día como los principales trabajadores intelectuales del Centro Martiano, en los días en que todavía estaba localizado en el edificio de la

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