Primavera otoño 2019 (Año LXII Núms. 120-121)

horizontes@pucpr.edu Año LXII Núm. 120-121 horizontes PRIMAVERA/OTOÑO 2019 PUCPR 13 Apéndice 5 ofrece algunas Recomendaciones básicas para la construcción de un cuestionario para recopilar datos. Posteriormente, la autora expone algunos datos de sus credenciales profesionales en la última página del texto. Conclusión En Puerto Rico, para la inmensa mayoría de las personas de la sociedad puertorriqueña, el campo de la consejería profesional no se ha valorado como una profesión de la salud mental, ni como una disciplina que puede ayudar a las personas con diferentes tipos de problemáticas. Un sinnúmero de personas desconoce las tareas y las funciones de los consejeros profesionales licenciados. Tampoco tienen del todo claro los roles que dicho profesional puede desempeñar. Numerosas personas le atribuyen a estos profesionales, sólo los roles propios de los entornos escolares o académicos, creyendo exclusivamente que ejercen labores en las áreas de dominio que les proporcionaron las bases a la profesión: la orientación académica, la orientación ocupacional y la consejería de carreras. Sin embargo, esto roles han cambiado substancialmente, desde que se graduaron los primeros “orientadores vocacionales” en la Universidad de Puerto Rico en el 1952, conocidos actualmente como consejeros profesionales (Arce Vélez, 2016; Díaz Jiménez, 2009; Toledano García, 2013; Rivera Belardo, 1993). Hoy en día, un consejero profesional licenciado ejerce roles como asesor, consultor, evaluador, clínico (consejero o terapeuta), administrador o gerente (líder) e investigador, entre otros. Por lo tanto, este profesional de la salud mental tiene la responsabilidad ética, legal y moral de llevar a cabo las mejores prácticas en el desempeño de sus funciones, ya que la consejería es una profesión vanguardista en transformación. La misma es única en su clase, por eso, ha evolucionado, se ha transformado y ha avanzado con el tiempo a nivel internacional. Regularmente, la disciplina en el contexto de la sociedad puertorriqueña, se percibe como una, cuyos protagonistas la ejercen de forma tímida, discreta, cautelosa y hasta silente, aún por aquellos profesionales que la practican. De ahí la importancia de no solo identificar las mejores prácticas posibles o disponibles dentro del campo de la consejería profesional, sino también, de responder a los porqués de las necesidades terapéuticas. Aparte de responder a las ineficacias terapéuticas o metodológicas detectadas y aún no cubiertas por la evidencia disponible. Sin embargo, Negrón Morales (2013) en su texto Consejería profesional e investigación: Práctica basada en la evidencia promueve entre el gremio de consejeros profesionales interesados, el mantenerse al día en su campo de dominio y lograr un intercambio científico entre todos los profesionales dedicados a la salud. Aunque las ventajas de la práctica basada en la evidencia son muy evidentes, el uso de esta por parte de los consejeros profesionales puertorriqueños como clínicos, sigue siendo aún incipiente por múltiples razones expuestas anteriormente. En síntesis, todas las prácticas basadas en la evidencia plantean la integración de tres pilares conceptuales al momento de realizar una intervención terapéutica (American Psychological Association, 2006). En primer lugar, está el considerar la utilización de la mejor evidencia disponible basada en la información actualizada del campo, puesto que le proporciona al profesional el poder tomar decisiones acertadas. En segundo lugar, está el integrar el peritaje y la experiencia profesional del consejero, ya que estas variables les permiten a otros profesionales auscultar y descubrir más en su campo de especialidad. En tercer y último lugar, está el considerar las preferencias, valores y características culturales de la población a la cual se dirige el proceso de consejería o psicoterapia (clientes o pacientes), al mismo tiempo, se necesita considerar que sean adecuados para la problemática del cliente o paciente. Por último, se debe tener en mente las construcciones culturalmente informadas de la sintomatología reportada. Cabe destacar, que las prácticas basadas en la evidencia no se fundamentan solamente en utilizar técnicas que han resultado efectivas. Esas prácticas también, permiten otorgarle credibilidad a todas aquellas investigaciones que aunque no tengan un tipo de muestreo rigoroso, logren aportar un

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=