Primavera otoño 2019 (Año LXII Núms. 120-121)

horizontes@pucpr.edu Año LXII Núm. 120-121 horizontes PRIMAVERA/OTOÑO 2019 PUCPR 6  Cultivo una rosa blanca en junio como en enero para el amigo sincero que me da su mano franca y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo cardo ni ortiga cultivo cultivo una rosa blanca  de este libro en los Estados Unidos, y fue utilizado como texto de enseñanza en México. Varela hacía destacar un punto fundamental que rigió siempre su saber: “el verdadero maestro del hombre es la naturaleza.” Este libro es el punto de contacto con Martí. Siguiendo su pensamiento filosófico, Varela nos dice: el gobierno ejerce funciones de soberanía; no la posee ni puede decirse dueño de ella. El hombre libre que vive en una sociedad justa, no obedece sino a la ley. Mandarle invocando otro nombre, es valerse de uno de los muchos prestigios de la tiranía, que sólo producen su efecto en las almas débiles. “El hombre no manda a otro; la ley los manda a todos…” “Toda soberanía esta esencialmente en la sociedad, porque ella la produce,” y de dicha soberanía “emanan todos los poderes.” Es preciso no perder de vista que una cosa es soberanía y otra, gobierno. Aquella resulta de la voluntad general, que forma el primer poder inseparable de la nación, más el gobierno es un mero ejecutor de la voluntad general, y solo consiste en una o muchas personas que merecen la confianza pública y están autorizados para juzgar según las leyes, y dictar otras nuevas cuando la necesidad lo exija pero, siempre conformándose a la justicia. El padre de la patria cubana, José Martí elaboró su propia doctrina de la representación o del poder delegado nuevo “contrato social” en sí o afirmación del de Rousseau. Todos los escritos políticos de Martí hablan de “la voluntad de todos” y del “principio de soberanía del pueblo.” Según Martí “no debe ser respetada una voluntad que comprima otra voluntad.” Dogma inspirado en la obra de los filósofos constitucionalistas franceses relacionados con la libertad contratante. La vida de Martí fue, también, ejemplo de amor y lealtad. A los pocos meses de haber cumplido los 17 años de edad Martí fue sentenciado al presidio político no obstante lo que pudo ser “acicate de inextinguible cólera en él llegó a ser fuente inagotable de amor al prójimo.” Salió hacia España pocos días antes de cumplir los 18 años. Pocas horas antes de salir escribe a su maestro Rafael María Mendive para despedirse. “Mucho he sufrido, pero tengo convicción de que he sabido sufrir y si he tenido fuerzas para tanto y si me siento con fuerzas para ser verdaderamente hombre sólo a usted lo debo y de usted es cuanto bueno y cariñoso tengo.” De igual forma Martí nos manifiesta su amor concepto de la justicia y el amor a referirse a su maestro José de la Luz y Caballero. “Los pueblos, injustos en la cólera o el apetito y crédulos en sus horas de deseo son infalibles a la larga. Ellos levantan, como el sabueso al enemigo, aunque use lengua túrgida y sedosa, y descubren la pasión de la virtud que se suele ocultar, para servir mejor en el sacrificio desconocido o en el silencio prudente. Ellos en los países de desdén y discordia, quieren, con apego de hijo, a los hombres de justicia y amor, a los que no emplean en herir a sus hermanos dispuestos a morir por su patria la energía que reservan para perpetuar en ella el poder de sus tiranos. Y así ama con apego de hijo la patria cubana a José de la Luz.” Tal vez el mensaje de amor, de José Martí en rechazo a la idea de encerrar odios lo encontramos resumido en sus versos sencillos, que, aunque no tienen nombre son popularmente conocidos como, “la rosa blanca.”

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