Primavera otoño 2020 (Año LXIII Núms. 122-123)

horizontes@pucpr.edu Año LXIV Núm. 124-125 horizontes PRIMAVERA / OTOÑO 2021 PUCPR 20 El relato fantástico, a su vez, tiene una función social. Constituye un arma de combate contra la censura. Los dos grupos temáticos se componen de los temas tabús, cuyo tratamiento por otros medios se condenaría. Casi al final de su libro, Todorov afirma que ya no existe la literatura fantástica. Dice que ésta tuvo una vida relativamente breve, iniciada con Cazotte a fines del siglo XVIII y concluida un siglo después con Maupassant, quien produjo las últimas obras fantásticas estéticamente satisfactorias. Sin embargo, prefigura una nueva teoría a partir de Kafka, cuya obra la distingue de la literatura fantástica clásica. Señala que éste obvia la segunda condición de lo fantástico, la vacilación, y presenta la excepción como la norma, al hombre “normal” como un ser fantástico. Puntualiza que con su obra nos encontramos “frente a lo fantástico generalizado: el mundo entero del libro y el propio lector quedan incluidos en él”. 17 Finaliza afirmando que Kafka “nos permite comprender mejor la literatura en sí”. 18 Rosemary Jackson, en Fantasy. The literature of subversion de 1998, establece que la fantasía no tiene que ver con otro mundo, sino que invierte elementos de este mundo, recombina sus formas constituyentes en nuevas relaciones para producir algo extraño, no familiar y aparentemente nuevo. Introducir lo fantástico es reemplazar la familiaridad, la comodidad, por lo extraño, incómodo, misterioso. Es introducir áreas oscuras de algo completamente diferente e imprevisto, fuera del marco de la experiencia humana y real, fuera del control de la palabra y de la vista. De ahí la asociación de lo fantástico moderno con el horror. Expone que esta literatura tiene sus raíces en los mitos antiguos, el misticismo, el 17 Ibid., p. 205. folklore, los cuentos de hadas y la ficción. Del 1800 en adelante, la producida en la economía capitalista expresa algunos de los efectos psicológicos enervantes de vivir en una cultura materialista. Tiene un carácter peculiarmente violento y horrorizante. El surgimiento de esa clase de literatura en períodos de relativa estabilidad (mediados del siglo XVIII, finales del siglo XIX, mediados del siglo XX), afirma Jackson, apunta hacia una relación directa entre la represión cultural y la oposición que se expresa a través de varias formas en el arte. Señala que la literatura fantástica parece estar exenta de muchas de las convenciones y restricciones de los textos realistas. Así, rehúsa observar las unidades temporales y espaciales, de personajes, cronología, tridimensionalidad, y las distinciones entre objetos animados e inanimados, el yo y el otro, la vida y la muerte. Según Jackson, la literatura fantástica intenta compensar la escasez resultante de las restricciones culturales. Es una literatura del deseo, que busca lo que se experimenta como ausencia o pérdida. Lo fantástico rastrea lo no dicho y lo no visto de la cultura: lo que se ha silenciado, hecho invisible, encubierto y hecho ausente. Siempre ha expresado un deseo de unidad en el reino de la imaginación. En ese sentido, es inherentemente idealista. Expresa un deseo de lo absoluto, de significante absoluto, de significado absoluto. Como sus predecesores míticos y mágicos, lo fantástico desea transformación y diferencia, pero rechaza aceptar la intervención sobrenatural para producir diferencia. La literatura fantástica en la cultura secularizada por el capitalismo es una literatura subversiva, reafirma Jackson. Existe junto a lo 18 Ibid., p.206.

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