Primavera otoño 2020 (Año LXIII Núms. 122-123)

horizontes@pucpr.edu Año LXIV Núm. 124-125 horizontes PRIMAVERA / OTOÑO 2021 PUCPR 36 TRES CUENTOS FUTURISTAS Dr. Héctor J. Martell Morales Profesor Universitario El nuevo orden Tras la desolación causada por el último conflicto bélico global, los intelectuales y los científicos sobrevivientes acordaron celebrar un cónclave para dilucidar cómo frenar los instintos autodestructivos de la humanidad restante. Plantearon innumerables alternativas, de las cuales ninguna recibía el suficiente apoyo. Las sesiones se alargaban agotadoramente. Se hacía imposible vislumbrar la solución anhelada. Finalmente, a punto de desistir del empeño, un ilustre, pero muy tímido neurocirujano que se había mantenido observando, cavilando sin decir una palabra, pidió dirigirse a la asamblea. Expuso muy convincentemente que el motivo de tanta agresividad conducente a la destrucción de la raza humana radicaba en los rasgos genéticos heredados de sus ancestros. Explicó que la carga de negatividad había llegado a un punto máximo, obligando a la conducta irracional destructiva y que era ese legado acumulado al que había que destruir para poder frenar los instintos relacionados con la violencia. Un genetista de los más renombrados tomó la palabra otorgándole toda la razón. Aseveraba que precisamente era esa la única medida con la que había que trabajar para frenar la extinción a la que estábamos destinados. La discusión general se desató prolongándose por horas interminables, hasta que se llegó a un consenso. Se dictaminó que ambos especialistas tenían toda la razón. Habría que buscar los medios para poder implementar un procedimiento que rindiera resultados inmediatos. El problema consistía en que para proceder había que arrebatarles el poder a los gobernantes y militares, quienes tiránicamente habían asumido el poder absoluto sobre toda la población y no permitirían que se llevara a cabo lo que se pretendía. Nuevamente explotó la discusión extenuante. Afortunadamente no fue tan prolongada como las anteriores, pues un químico experto en sedantes propuso que en el agua que consumían se les mezclara soluciones que los adormecieran y así pudieran imponérseles sin violencia ni resistencia alguna. Algunos se ofrecieron para convencer a los embotelladores que suplían el preciado líquido. Inmediatamente se designó el comité de expertos que diseñarían el método para modificar las cargas genéticas e implantar los códigos convenientes. Entre ellos, también seleccionaron a los más especializados en robótica, pues para lograr los resultados deseados a corto plazo, no solo había que manipular la genética, sino que había que utilizar recursos y métodos cibernéticos para poder tener control sobre la población. En menos de un año, se logró diseñar e iniciar un procedimiento que sería regenteado por expertos. Ya, en el segundo año, más de un noventa por ciento de la población había sido inoculado con una substancia que durante el tratamiento inicial se había desarrollado, la cual facilitaría el proceso. A partir de entonces, se estableció en el mundo un nuevo orden de cosas. La docilidad total lograda en la generalidad propiciaba una paz y una tranquilidad absoluta.

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