Primavera otoño 2020 (Año LXIII Núms. 122-123)

horizontes@pucpr.edu Año LXIV Núm. 124-125 horizontes PRIMAVERA / OTOÑO 2021 PUCPR 39 CUATRO CUENTOS FANTASTICOS Dr. Cirilo Toro Vargas ¡Espere, por favor! ¡Nadie! Sudoroso y agitado. Benjamín se detiene. Siente que alguien le observa a distancia. Visualmente tantea los alrededores buscando reconocer el origen de su temida sospecha. Apenas un puñado de personas camina en ese momento por esa ancha acera, todas ellas inmersas en sus asuntos y ajenas a su presencia. Su mirada se mueve vertiginosamente hacia las ventanas de los edificios cercanos. Le provoca una inquietud mayor notar la ausencia de luces o personas en las mismas a esta hora de la noche. Casi las diez y nadie se asoma. Parecieran ausentes o quizás ya durmiendo. Benjamín apresura el paso. Faltan pocos minutos para llegar a su apartamento. - ¡Maldito automóvil! ¡Tener que fallar justo hoy! Percibe una sombra sobresalir tras la efímera claridad nocturna. La figura se agiganta en el claroscuro de la noche, hecho que trasciende los límites de su ansiedad e inquietud, ante la situación amenazante que le envuelve. - ¡Benjamín, espere por favor! Se oye una tímida voz procedente de la sombra gigantesca. Nuevamente se detiene, esta vez más ansioso aún de reconocer a quien le llama de esa manera. Se voltea y no ve a persona alguna. Aumenta su tensión a cada minuto tras percatarse de la ausencia de una figura que correspondiese a la voz que le ha sobresaltado. Otea a sus alrededores otra vez. - ¡Nadie! ¡Absolutamente nadie! En esta ocasión cree reconocer la voz de su aparente interlocutor. Hace acopio de nuevas fuerzas y se le enfrenta. - ¡Bueno, ya! ¿Qué quieres? A cambio de su pregunta se oyó el más profundo silencio y una leve brisa un tanto fría. Luego de unos segundos de angustia se escuchó nuevamente esa voz que ya comenzaba a exacerbarle. - ¡Benjamín, espere por favor! Prefirió continuar. Sube las escaleras. Abre la puerta de sopetón y entra a su apartamento, tirando tras de sí esa puerta salvadora que le liberara de esa voz. Se coloca de espaldas a la puerta con sus manos extendidas intentando por todos los medios que la puerta no se abriese. Al mismo tiempo cierra sus ojos con firmeza. De momento siente un aroma diferente permeando el ambiente. ¡No está en su apartamento! Está en una vereda campestre que se bifurca hacia el noroeste de ese sitio. Esta vez siente pasos que aceleran en la medida en que se acercan a Benjamín. Éste opta por detener la marcha. Se voltea lentamente en espera por su interlocutor, a quien por primera vez puede distinguir. - Pedro, ¡oh! ¡Eres tú! - ¡Benjamín, espere por favor! Luego del accidente rápido averigüé el camino a seguir. ¡Véngase! Yo le indico.

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