Revista Horizontes: primavera/otoño 2017 | Año LX Núms. 116-117

42 Guevremont, 2003). De esta forma, en dichos métodos, se manipula un fenómeno a observar. Pero hay que recordar que para lograr modificar una conducta en los seres humanos se deben seguir unos pasos fundamentales: 1. Identificar la conducta blanco o foco a modificar para establecer qué se quiere alcanzar. 2. Afinar la definición del problema y analizar la conducta blanca (conducta a modificar). 3. Obtener y establecer un “punto de partida”, establecer la línea base de la conducta blanco. 4. Operacionalizar la conducta blanca. 5. Elaborar el Plan de Modificación (identificar los reforzadores y las contingencias, considerando el marco teórico, las técnicas de intervención y el diseño a utilizar). 6. Iniciar el Programa de Modificación de Conducta. 7. Mantener a la persona motivada durante todo el tiempo que tome el Programa de Modificación de Conducta. 8. Observar los efectos del Programa y dar comienzo a los pasos para fortalecer y mantener la conducta. 9. Revisar y cambiar el Plan de Modificación de Conducta, si fuese necesario hasta lograrlo. 10. Eliminar el Programa de Modificación de Conducta gradualmente. Indudablemente, en este proceso no se puede perder de perspectiva que la metodología investigativa de caso único está también conectada integralmente a las teorías cognitivas conductuales (Tawney & Gast, 1984). Por lo tanto, cuenta con una vasta fundamentación teórica que se remonta a la década de los años 50 (Martínez & González, 2011; Spiegler & Guevremont, 2003). La estructura de cada etapa del proceso de modificación de conducta tiene unas fases que se expondrán a continuación (Foster, Steuart Watson, Meeks & Scott Young, 2002; Lundervold & Belwood, 2000; Martin & Pear, 1999). En la Fase A, denominada como línea base , es una en la que se toman repetidas medidas de la variable dependiente (VD) pero, esto ocurre en ausencia de un tratamiento a los clientes o pacientes. Una variable dependiente, como su nombre lo dice, depende del valor de otra. Por lo tanto, es una característica que al ser medida en diferentes personas, es susceptible de adoptar diferentes valores. Pero hay que tener en cuenta que existen diferentes tipos de variables. Por otro lado, los datos (hallazgos y resultados) que se generan de la fase de línea base pueden mostrar o no direcciones, así como, tendencias. De hecho, existen tres posibilidades, a saber: 1. No se evidencia dirección o tendencia alguna en la fase. 2. Se evidencia una tendencia hacia la dirección hipotetizada por el investigador/terapeuta o la investigadora/terapista en la fase. 3. Se evidencia una tendencia opuesta a la planteada en la hipótesis de trabajo para la fase. De acuerdo a las tres tendencias expuestas para la línea base, lo que estas demuestran es la evolución natural del proceso investigativo o terapéutico. Al analizar y evaluar los resultados de esta fase, se puede concluir que dicha fase tiene dos funciones principales. Una es de naturaleza descriptiva y otra es predictiva (Bono & Arnau, 2014). La función descriptiva suministra información de la gravedad del problema que presenta el cliente o paciente. Por su parte, la función predictiva servirá para presagiar el comportamiento del sujeto en el futuro inmediato, ya sea que se le aplique o no la intervención. Por consiguiente, se aporta información acerca de lo que puede esperarse en un futuro inmediato del comportamiento del sujeto. En la Fase B del proceso de investigación o terapéutico, se introduce el tratamiento , que constituye la variable independiente (VI). En esta fase, se toman medidas repetidas de la variable dependiente (VD) para conocer las variaciones, ya sean positivas o negativas (a favor de la conducta deseada o no). La efectividad del tratamiento suministrado se infiere al contrastar los datos esperados, a partir de la información obtenida de la línea base, con los datos observados de la fase de tratamiento. Tipos de diseños de caso único De acuerdo a la literatura relacionada a los diseños experimentales, existen diversos tipos de diseños de caso único (Foster, Steuart Watson, Meeks & Scott Young, 2002; Lundervold & Belwood, 2000; Spiegler & Guevremont, 2003). Montero y León (2002, 2005) postularon que existen cinco variantes de diseños de caso único. Estos son: 1. Diseño A-B, Diseño de tiempo interrumpido o Diseño de no reversión: Es el diseño en el que la conducta no puede volver a la línea base. Se considera como el diseño más elemental. El mismo puede utilizarse para evaluar de forma rápida los efectos de una variable experimental. Dicho diseño establece dos fases, en las que la “A” representa la línea base y la “B” representa el tratamiento . Por lo tanto, en este diseño se recopila información de cómo ocurre una conducta y luego se le implanta el tratamiento a un sujeto. De esta manera, el diseño está disponible para trabajar con la modificación de conducta. Este es un diseño en el que no se puede retirar el tratamiento durante el tiempo que dure la intervención. Dicho diseño no contempla la retirada y la inversión del tratamiento. Por lo tanto, una vez introducido el tratamiento, no se retira. Mediante este

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=