Revista Horizontes: primavera/otoño 2017 | Año LX Núms. 116-117

66 de los grandes movimientos literarios que se darán en la Generación del 1960 y, de ahí, la importancia del estudio como movimientos y como escuelas literarias. El trascendentalismo literario está presente durante el año de 1948 en la mayoría de las Antillas Mayores de la zona caribeña. Es un movimiento de breve duración temporal, pero de grandes alcances literarios. Tal vez el derrotero mayor de este movimiento fue que no se lograron realizar estudios sobre las diversas contribuciones literarias dentro de un marco histórico-literario de visión diacrónica y caribeña, lo cual por sí podría constituir en un tema de investigación. El Trascendentalismo en Puerto Rico El 3 de julio de 1948 en la prestigiosa revista Alma Latina, un grupo de tres jóvenes escritores puertorriqueños — Félix Franco Oppenheimer, Eugenio Rentas Lucas y Francisco Lluch Mora— hicieron público para el pueblo puertorriqueño las bases del Manifiesto Trascendentalista. Los motivó la ideología de la renovación de las letras puertorriqueñas y en contra de los sucesos violentos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), “el materialismo” y el avance del “cientificismo burgués” de aquella época. Lanzaron el manifiesto donde se declararon los siguientes postulados: El trascendentalismo “anhela elevar al hombre a un plano de alta espiritualidad”, el trascendentalismo será “integrador de la personalidad humana”, surge como reacción al “materialismo y al cientificismo”, la poesía del trascendentalismo “debe ser algo esencial trascendente que toque al ser en lo diáfano”, están empeñados en “desarrollar una actitud trascendente para el logro de un arte humano”; el arte debe tener una “realidad trascendente, el hombre”; no creen en “un arte ausente o arte por el arte” y tratan de realizar “una obra de ancho aliento universal en que esté presente nuestra agonía”. El panorama histórico al escribir el manifiesto no era muy alentador para las letras, según exponen en la declaración. Rutherford, en 1912 afirma, había descubierto la estructura del átomo y los científicos no habían descansado hasta crear “la bomba atómica”, la cual describen como una “factura perversa y criminal, que a todos nos llena de pesimismo”. Señalan además que hay una crisis de valores. Que el errado juicio de Ernesto Renán ha provocado esta “anormalidad de la ciencia”. Entiende, al igual que Vicente Huidobro, que “el poeta es el puente que une al hombre con el universo” y señala al citar a Mario Abril, que “solo el poeta puede restablecer el equilibrio en el cosmos”. Muy bien ha resumido Félix Franco Oppenheimer el surgimiento del Movimiento Trascendentalista en los siguientes términos: Es mayo de 1948. Terminación de cursos. Los amigos poetas Rentas Lucas y Lluch Mora me hacen la visita de costumbre en la Editorial. En esta ocasión, en vez de quedarnos en la oficina a platicar sobre puntos de vista de nuestra cultura y proponer proyectos, decidimos ir a San Juan. Así lo hicimos, viajando en una guagua. En San Juan después de recorrer varios pasajes de la ciudad murada se nos ocurrió visitar, en el cementerio, las tumbas de hombres ilustres nuestros. En la parte antigua, donde, frente a la capilla circular se destaca —entre otros— el busto en mármol del poeta José Gautier Benítez, el tal vez más representativo del romanticismo insular, nos detuvimos en reflexiones y simpatías de hondas emotividades. Como tras la blanca piedra se traslucía el semblante del cantor apasionado, se nos vino la idea de crear un movimiento sustentado en la postura y levantado espíritu de afirmación del hombre, en lugar de origen. Y así quedamos, moral e intelectualmente comprometidos, señalando las causas y finalidades específicas que, juramentamos, procuramos cumplir, atenidos a la realidad del instante de crisis en que vivía Puerto Rico y el mundo. Como filosofía de vida establecen que “se hace imperativo un reajuste de la vida puertorriqueña”. Creen en una filosofía ecléctica, la cual “no sea extremista, ni pragmática, ni totalizante, ni concluyentemente idealista, sino que tenga equilibrio: el hombre”. Más bien creen en la “metafísica de Aristóteles”, “una ciencia del ser” en donde el hombre sea el eje central de todos los problemas de la vida, “de la representación, de la intuición y de la acción”. Esta filosofía, sostienen los poetas, debe basarse en “la fe en el individuo” y argumentan además que: Debe negar el pesimismo de Jean Paul Sartre que piensa que el hombre no puede realizarse y que el encontrarse a sí mismo, significaría el desengaño de que nada existe y que con su muerte todo terminará. Finalmente, concluyen en la nueva filosofía que la finalidad última está basada en “el sentir agónico del hombre” y que el poeta es el “poseedor de la visión trascendente, y es además el que intuye, el que comunica, creen que es él, el llamado a realizar esta obra suprema”. En el manifiesto, los tres poetas, realizan un apretado recuento de los diversos movimientos literarios en Puerto Rico hasta entonces: las corrientes modernistas, movimiento Pancalista de Lloréns Torres, el Diepalismo, exaltan el “Canto al tornillo” como embrión de la poesía negroide, movimiento poético surrealista de Salvador Dalí, el Noísmo de Vicente y Gustavo Palés Matos, hablan de la revista Índice, Alma Latina, Brújula, la Atalaya de los dioses, el Integralismo y termina con el trascendentalismo poético que es el movimiento que proponen. Dentro del trascendentalismo poético se alejan del movimiento trascendentalista de Ralph Waldo Emerson, ya que entiende que el de ellos es un trascendentalismo que tiene “algunas tangencias ideológicas con el de Emerson”. Pues el trascendentalismo puertorriqueño tiene una visión integradora de la personalidad y tiene cierto “humanismo romántico”, el cual conciben como “un estado permanente del espíritu humano”. Están de acuerdo en que aceptan el romanticismo inglés y el alemán, pero afirman que el trascendentalismo poético que

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