Educar para una nueva sociedad: Razón, Verdad y Esperanza

30 actas del primer congreso católicos y vida pública Desde ahí, y superando numerosas contradicciones y siglos de nuestra historia, con el objetivo de llenar numerosas lagunas que inundan la realidad educativa de nuestra época, invito a todos a reflexionar en esta dirección y caminar hacia un Humanismo para nuestro tiempo, un Humanismo para una sociedad científico-técnica. Tenemos, pues, que dibujar unnuevo rostro para la escuela. II. Un nuevo rostro para la escuela Mirar desde esta óptica formula preguntas y exige respuestas que deben hacerse teniendo en cuenta la propia identidad. Pero, ¿podemos diseñar ese rostro mirando al futuro? No se trata de hacer futurología, si pensar y planificar con sentido prospectivo: Educación, enseñanza, aprendizaje, tres conceptos que representan tres realidades íntimamente relacionados, inseparables, incluso desde concepciones educativas distintas, que no es momento de comentar ahora. 2 Ya nadie discute que la escuela no es la única instancia educadora, que las informaciones que recibimos continuamente de agentes muy diversos, también contribuyen a nuestra formación o deformación. La mirada al futuro nos deja ver, en orden de prioridad a las personas, es decir, a profesores y estudiantesylasrelaciones interpersonalesquesegeneranentre ellos en las actividades y procesos de enseñanza-aprendizaje, en el marco de la concepción educativa correspondiente. Y nos preguntamos ¿qué profesores? ¿qué formación? ¿para qué escuela? ¿para quiénes? Desde mi punto de vista, la respuesta más clara para esta ocasión la encontramos en la formación de profesores “competentes”, “conscientes”, 2 Me refiero al tema discutido y sobre el que no siempre existe acuerdo entre los pedagogos de “educación formal”, “no formal”, “incidental”, “espontánea”, etc.

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