Educar para una nueva sociedad: Razón, Verdad y Esperanza

48 actas del primer congreso católicos y vida pública lo integran, parafraseando a Niklas Luhmann. Respecto a la complejidad de nuestra sociedad no debemos olvidar lo que decía K. Popper: cuando estamos inmersos en procesos históricos y sociales de cambio, los acontecimientos y la situaciones vividas, incluso los efectos reales, reflejan muy poco las intenciones de los protagonistas. Hay quien ha calificado, también, nuestra sociedad como la sociedad del conocimiento, identificando sociedad de la información con sociedaddel conocimiento. Eneste sentidome gustaría aclarar que lo que hoy entendemos por información es sólo un aspecto, y no decisivo, del saber humano. Como señala el profesor Alejandro Llano, la información es algo externo y técnicamente articulado, que se halla nuestra disposición a travésdelosmediosdecomunicacióncolectiva. Elconocimiento, en cambio, es una actividad vital, un crecimiento interno, un avance hacia nosotros mismos, un enriquecimiento de nuestro ser práctico, una potenciación de nuestra capacidad operativa. La información sólo tiene valor para el que sabe qué hacer con ella: dónde buscarla, cómo seleccionarla, qué valor tiene la que se ha obtenido y –por último– cómo procede utilizarla. Por el contrario, el conocimiento es un fin en sí mismo, que de suyo no está ordenado a lograr algo útil, sino a colmar el afán de saber que los seres humanos abrigamos de manera natural (Llano, 2001p. 54). II. La cultura en el Planeta Media: fenomenología de la Red. Walter Benjamín apuntaba en su pensamiento que jamás se da un documento de cultura sin que lo sea a la vez de barbarie. Nos encontramos en la tercera revolución industrial, en la que el papel de la tecnología es uno de los principios determinantes. Las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación están condicionando nuestra relación cognitiva y pragmática

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