Razones para la esperanza: solidaridad, subsidiariedad y bien común

31 razones para la esperanza: solidaridad, subsidiariedad y bien común su correspondiente respuesta, como actitud moral y social, y como «virtud», es la solidaridad. Esta no es, pues, un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien com ún; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos. Esta determinación se funda en la firme convicci ó n de que lo que frena el pleno desarrollo es aquel afán de ganancia y aquella sed de poder de que ya se ha hablado. Tales «actitudes y estructuras de pecado» solamente se vencen –con la ayuda de la gracia divina– mediante una actitud diametralmente opuesta: la entrega por el bien del prójimo, que está dispuesto a «perderse», en sentido evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a «servirlo» en lugar de oprimirlo para el propio provecho (cf. Mt 10, 40-42; 20, 25; Mc 10, 42-45; Lc 22, 25-27)”. 9 Es recurrente en la Doctrina Social de la Iglesia la insistencia en ver la solidaridad como colaboración y no sólo se refiere a la colaboración entre las naciones para que renuncien a toda forma de imperialismo económico, militar o político sino que también enfatiza la solidaridad o colaboración entre individuos. “La solidaridad –dice Juan Pablo II– nos ayuda a ver al “otro” – persona, pueblo o Nación – no como un instrumento cualquiera para explotar a poco coste su capacidad de trabajo y resistencia física, abandonándole cuando ya no sirve, sino como un “semejante” nuestro, una “ayuda” (cf. G é n 2, 18-20) , para hacerlo partícipe, como nosotros, del banquete de la vida al que todos los hombres son igualmente invitados por Dios” 10 Es enfático en decir Juan Pablo II que la solidaridad es una “virtud”, una cualidad de excelencia en la persona y en las naciones dirigida a procurar el bien de los demás, la colaboración con el necesitado y que es un deber poseerla y practicarla bajo el entendido de que los “bienes de la creación están destinados a todos” . 11 En la educación es imperativo transmitir las virtudes “que favorecen la convivencia y nos enseñan a vivir unidos, para construir juntos, dando y recibiendo, una sociedad nueva y un mundo mejor” 12 La educación está centrada fundamentalmente en transmitir la ciencia y el saber, pero desenfoca casi totalmente el ars vivendi, el arte de vivir que se adquiere por las virtudes. Hay que abrir esa puerta cerrada y entrar en aquello que es más fundamental para la vida humana, la moral personal 9 Sollicitudo rei socialis. Nmro. 38 10 Id. Nmro. 39 11 Id. 12 Id.

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