Razones para la esperanza: solidaridad, subsidiariedad y bien común

Presentación en panel sobre Solidaridad P. Carlos L. González Prefiero hablar de toda la gente que ha trabajado mano a mano conmigo en algunos momentos, porque la solidaridad realmente yo no la conocía. Cuando empecé a trabajar aquí toda la Doctrina Social de la Iglesia, lo que eran los principios de la Solidaridad, Subsidiariedad, Bien Común, eran palabras de Domingo, palabras grandes. Yo solamente tenía un punto de referencia, punto de referencia que un buen día vine y tuve que mirar a Aquel, Aquel que está allí (lo decía mirando al crucifijo). Ese era mi punto de referencia. Y estaba viendo las cosas como estaban en el mundo, porque tampoco soy ciego, y veo lo mal que están las cosas. Pero: digo, tengo dos alternativas: puedo ser agente de cambio o puedo seguirme lamentando. Para ser agente de cambio puedo mirar las cosas desde afuera y hacer un juicio externo, o voy a tener que entrar. Y ahí fue que me puse a mirar a Aquel y digo; ¿“Qué hizo Aquel para redimirnos?” “¿Qué hizo Dios, en un principio, para redimirnos a cada uno de nosotros?” Pues lo primero que hizo fue ser solidario, hacerse hombre. Hacerse hombre y caminar la misma tierra que caminamos nosotros; sentir como sentimos nosotros; ensuciarse los pies como nos ensuciamos nosotros. Por ahí tenía yo que empezar. En 1987 estaba trabajando como médico en la unidad de Salud Pública en Mayagüez y observaba cómo llegaban los pacientes de SIDA. Entonces veía que los pacientes no tenían nada y llegaban, les hacían el examen de sangre y, vete para tu casa. Y le decían: “Bueno, tienes SIDA y, vete para tu casa”. Y yo pensaba: “Pero, ¿para qué los estamos examinando”? “¿Para qué les estamos dando un diagnóstico, si no les estamos dando medicamentos, no le damos acompañamiento, no hacemos absolutamente nada”? Estamos utilizándolos para llenar unas estadísticas propias al gobierno; y el gobierno decir lo que no quieren

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