Razones para la esperanza: solidaridad, subsidiariedad y bien común

81 razones para la esperanza: solidaridad, subsidiariedad y bien común 1942, retomada después por Juan XXIII y el Vaticano II de forma más sintética, nos puede ayudar a entender este concepto: “aquellas condiciones externas que son necesarias al conjunto de los ciudadanos para el desarrollo de sus cualidades y de sus oficios, de su vidamaterial, intelectual y religiosa, en cuanto, por una parte, las fuerzas y las energías de la familia y de otros organismos a los cuales corresponde una natural precedencia no bastan, y, por otra, la voluntad salvífica de Dios no haya determinado en la Iglesia otra sociedad universal al servicio de la persona humana y de la realización de sus fines religiosos”. Juan Pablo II señala que “una política para la persona y para al sociedad encuentra su criterio básico en la consecución del bien común, como bien de todos los hombres y de todo el hombre, correctamente ofrecido y garantizado a la libre y responsable aceptación de las personas, individualmente o a sociedades”. (Christifideles Laici n. 42.) Esto quiere decir que el fin de la sociedad política no es el bien común integral sino el bien común político que debe hacer posible el bien integral de la persona. Por este motivo componen el bien común de la política no sólo las condiciones materiales, también las espirituales para que sea fácil y posible el desarrollo de las personas. ¿Cualquier concepción ética es buena para el bien común político que busca el bien integral de la persona? En este momento hay un consenso en que la garantía de respeto de los derechos humanos es una buena expresión del bien común político. El magisterio suele describir el contenido del bien común político con tres elementos esenciales: el respeto de la persona humana y sus derechos fundamentales; el bienestar y el desarrollo sociales –tanto material como espiritual–, y la paz o seguridad en un orden justo.

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