Razones para la esperanza: solidaridad, subsidiariedad y bien común

82 actas del segundo congreso católicos y vida pública El primer contenido no suele suscitar problemas, el resto sí. ¿Sería posible llegar a una aceptación no partiendo del bien común sino del mal común? El contenido concreto de cada uno de los bienes debe ser fruto del diálogo de sus miembros y aquí la pregunta es sobre si es respetuoso con la verdad del hombre y de la sociedad. 3. Cuáles son las prioridades que los católicos deben afrontar hoy para que den fruto las potencialidades que a ellos les ofrece la Doctrina Social de la Iglesia con vista a la construcción del bien común. a. La primera necesidad es la de superar las indecisiones del pasado sobre la relación entre la vida de fe y el mundo, planteando demanera adecuada la cuestión de la laicidad. Monseñor Crepaldi insistía recientemente en que una teología de la separación entre fe y política se ha alternado con una teología del compromiso directo, mientras que al mismo tiempo avanzaba, de manera no suficientemente advertida, una cultura del agnosticismo y del relativismo que, convirtiéndose en impositiva y casi dictatorial, golpeaba en su mismo corazón al mensaje cristiano, impidiéndole de forma radical que lo recibiera. Perdido de vista el objetivo de que el hombre es “capax veritatis”, se hace imposible sostener que él puede ser “capax Dei”. Durante largo tiempo los católicos han alimentado fuertes dudas sobre la posibilidad y sobre la capacidad de la propia fe para animar una cultura social y política, y haciendo esto, no siempre han sido capaces de un discernimiento verdadero y auténtico. En la Carta a los Obispos Italianos del 6 de enero de 1994 Juan Pablo II invitaba precisamente a realizar este discernimiento (n. 5) en cuanto –escribía él– no ha cesado el deber de “expresar en el plano social y político la tradición y la cultura cristiana de la sociedad italiana” (n. 5) mediante una “presencia unida y coherente” (n. 6). Las claves para

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