Razones para la esperanza: solidaridad, subsidiariedad y bien común

94 actas del segundo congreso católicos y vida pública clave de esa vida humana buena: se llama Jesucristo, se llama una vida vivida desde el amor desbordante y sin límites; una vida basada en que hay un don que es inagotable, que es el amor de Dios por nosotros. Hay un librito pequeño muy reciente, de un teólogo joven, que describe muy bien la vida del hombre actual. Y decía en él que la cultura del consumo, y esa especie de ansiedad que tenemos los hombres de nuestra cultura, y que no saciamos, porque, en cuanto hemos adquirido una, tenemos necesidad de otras, no nace de la avaricia. Es un engaño pensar que nace de la avaricia. Nace de la conciencia de que los bienes son muy escasos. Eso es lo que se nos enseña: los bienes son muy pocos, son muy escasos, entonces, o los adquieres enseguida, o los vas a perder, o vas a quedarte atrasado, porque ya hay un producto de nueva generación que va mucho más adelante, y ya no te sirve el software que tenía, o ya no te sirve la PlayStation, porque eso es ya de segunda o tercera generación. Se nos enseña constantemente que todo es escaso, que de todo hay poco. “¡Venga pronto! ¡Se acaban las rebajas!”. Una cultura de la caridad es una cultura basada en que el don que recibimos cada vez que celebramos la Eucaristía es inagotable, y uno puede dar la vida inagotablemente y no la pierde, porque, curiosamente, es el único modo de ganarla. ¿Son palabras del Señor o son palabras mías? Dándola, ¿no es como la recibimos? Dándola, ¿no es como nos ganamos a nosotros mismos? ¿No hay una economía posible, en lugar de estar basada sobre esos criterios del beneficio a toda costa, y a todo precio, y por cualquier camino, y por cualquier medio? Porque eso, dará el bienestar mayor a todo el mundo posible. De otro modo, mantendrá el mayor número de psiquiatras, eso es seguro. Pero, ¿no es más humano construir una economía para el hombre? Y nosotros, que participamos de la Eucaristía, ¿no tiene la Eucaristía que ver con eso? Con un modo de tratarnos, con un modo de pensar algunos trabajos que sirvan, sencillamente, para las personas, o estamos todos llamados a ser proletarios que vendemos nuestro trabajo por un cheque para poder comprar cosas, y que no tiene más finalidad que la de

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