Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común

138 actas del cuarto congreso católicos y vida pública celebrado en la Universidad CEU San Pablo de Madrid, con algunas referencias a la Exhortación Apostólica Christifideles laici , de San Juan Pablo II, en lo relativo a la “vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo”. También recordaba monseñor Herráez las palabras de la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium del Papa Francisco (24.11.2016), en las que el Santo padre afirmó que “nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los asuntos que afectan a los ciudadanos”. 2 Y ello, “porque una auténtica fe –que nunca es cómoda e individualista– siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra.” 3 Por consiguiente, corresponde a todos los católicos, desde el compromiso que les impone su conciencia, actuar de forma activa en la vida pública, para proponer las soluciones oportunas a los problemas de hoy. No sólo como propuestas de los católicos, entre los católicos y para los católicos, sino dirigiéndose a “la entera familia humana”. Tales propuestas deben adaptarse a cada situación concreta, a cada momento histórico y a cada realidad social y cultural, pero siempre tienen que estar dirigidas a la salvaguardia de la dignidad de la persona y a la realización del bien común. Sin embargo, todos sabemos que estos planteamientos no son sencillos de llevar a cabo, debido a las limitaciones de nuestra condición humana y a las numerosas dificultades que nos presentan las sociedades del mundo global contemporáneo en el que estamos integrados. Entre otras: las corrientes de intolerancia religiosa, que asoman con fuerza en la actualidad; o las concepciones positivistas que pretenden interpretar los derechos fundamentales de los individuos, no como algo inherente a su dignidad, sino como resultado de la voluntad de unas mayorías políticas contingentes; o el materialismo marxista, que hoy se disfraza, en forma camaleónica, con distintas ideologías de ocasión, pero que continúa 2 Evangelii gaudium, 183. 3 Ídem.

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