Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común

31 democracia: transparencia, participación y bien común laboriosidad y productividad, anestesiar el espíritu de sacrificio sin el cual no hay amor, ni amistad, ni grandes causas que se lleven adelante. Tiende a promover la ordenación de toda la vida personal y colectiva en seguimiento de los ídolos del poder, del dinero, del éxito, del placer efímero, como no ceja de denunciarlo el papa Francisco. Todo ello es contrapeso a las militancias ideales. La participación de los católicos en la vida pública se hace, en tales condiciones, más difícil y exigente. No se trata de enquistarse en resistencias defensivas y blandir postulados de la revelación cristiana que habría que respetar por parte de un Estado “católico” y que éste tendría que mantener vigentes en la vida pública por medio de sus poderes coercitivos, como todavía lo piensan minoritarios sectores de tradicionalistas tan recalcitrantes como impotentes. Hay que estar preparados, inteligentemente, a dar buenas razones que afronten los nuevos problemas y desafíos planteados desde una concepción del bien integral de la persona y los pueblos, que sea compartible, más allá de confines confesionales, con quienes buscan efectivamente ese bien, participando con coherencia, competencia y valentía en el debate público, que es propio de laicidad democrática. La fe de los creyentes, llamada a imprimir una calidad ética en la esfera pública, está exigida de expresarse según la argumentación racional que es propia de la deliberación política. ¿Acaso Benedicto XVI no ha llamado y urgido a una revalorización de la razón, no encerrada y disminuida en sus límites utilitarios, sino alargada en todas sus dimensiones posibles, hasta el encuentro con la fe, que la sostiene y potencia, que todo lo ilumina con nueva luz y orienta la inteligencia hacia soluciones plenamente humanas? agotamiento de esquemas políticos e ideológicos del mundo bipolar Otro factor causal de la insuficiencia de presencias más significativas de católicos en la vida pública está dado por el desconcierto y vacío de referencias, en realidad compartidos con los más diversos no católicos, causados por el agotamiento de los esquemas ideológicos y políticos dominantes desde fines de la segunda posguerra mundial hasta los comienzos de la década de 1990. En efecto, la fase histórica de guerra caliente del mundo bipolar en

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