Democracia, Transparencia, Participación y Bien Común

37 democracia: transparencia, participación y bien común también cierto moralismo simplista que no logra aceptar que el ejercicio del poder es esencial a la política (¡poder para servir!), ni entender que ésta se realiza en el arte del compromiso, en el que se combinan en modos variados los ideales y los intereses sociales. Ese mismo moralismo no comprende que es bueno que todo político sea “honesto”, pero que no se juzga una política por meros criterios de moralidad individual. Se puede ser honesto y pésimo político, que apoya pésimas políticas. Además, hay que tener en cuenta que muchos sectores sociales sumidos en diversas formas de marginalidad, se sienten lejanos de la gestión de la cosa pública y organizan sus propios ambientes de vida y actividades de trabajo, y a veces de mera supervivencia, en condiciones de “informalidad” y/o ilegalidad. Ciertamente hay una fuerte presencia de católicos en lo que la doctrina social de la Iglesia llama “cuerpos intermedios” o que tiende a llamarse “sociedad civil”, mediante su participación en muy diversas organizaciones no gubernamentales e iniciativas de voluntariado, en corporaciones profesionales y organizaciones sindicales, en numerosas comunidades civiles a niveles locales, en asociaciones con muy diferentes finalidades educativas, culturales, hospitalarias, asistenciales, caritativas, en redes ideales de solidaridad y cooperación, etc. Se trata de una inversión significativa de “capital social” en la construcción de la “polis”, como libre respuesta asociativa a diversas necesidades que emergen del cuerpo social y valiosa contribución al bien común. No en vano una de las cuestiones importantes que se plantean en nuestros países es la de refundar los vínculos sociales y políticos, reconstruir el sentido de una “comunidad organizada”, revitalizar la urdimbre de la sociedad y, de tal modo, suscitar una renovada conciencia de pertenencia nacional y de participación democrática. Sin embargo, esa participación de los católicos en la sociedad civil no se traduce después en renovadas modalidades de expresión política (en sentido estricto). Hay que rehabilitar la dignidad de la política, que el magisterio de la Iglesia considera como una alta forma de la caridad. Ya S.S. Pío XI destacaba este alto significado de la política. Lo hicieron también sus sucesores. En su Deus caritas est, el papa Benedicto XVI desarrolla los vínculos entre caridad y política. Y el papa Francisco repite que “es una de las formas más elevadas del amor, de la caridad”, porque apunta al bien

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