Creer y actuar para renacer

31 crecer y actuar para renacer En suma, sin entrar a análisis más detenidos, dejemos constancia de este resultado: la situación religiosa derivada de la reforma católica impulsada por el Concilio de Trento constituye el Sitz-im-Leben de la obra literaria cervantina. Su pensamiento esta en sintonía con el catolicismo tridentino hispano. Cervantes no es un racionalista del Renacimiento ni un adicto de la causa judeo-conversa. Estas afirmaciones pueden ser compulsadas y rastreadas en la vivencia religiosa del gran alcalaíno, que transcurre en un ambiente poco acogedor para otras religiones. Cervantes si trata el tema religioso, y lo hace en los parámetros de la catequesis y predicación postridentina, como mostrara S. Muñoz. En este sentido, el ingenioso hidalgo es un andante caballero y cristiano católico. Ahora bien, el manco de Lepanto nunca ha abandonado su tarea de escritor y su perspectiva literaria. El reconocido cervantista Ciriaco Morón ha puesto cierta sordina y atempera –a mi modo de ver con razón– la interpretación de S. Muñoz cuando afirma: “El catolicismo, como dogma y ética, es el trasfondo ideológico de la obra de Cervantes, pero no es su tema. Por tanto, no tiene sentido convertirlo en un epígono de la teología tridentina” 19 . El Quijote es literatura de ficción en la pluma de un cristiano laico, que de cuando en cuando dice “cosas de meollo y sustancia” en el terreno religioso. Así lo observa con tino el fiel escudero que subraya este aspecto: “Yo pensaba en mi ánima que solo debía saber aquello que tocaba a sus caballerías, pero no hay cosa donde no pique y deje demeter su cucharada”. En realidad, esta sabiduría del hidalgo forma parte de la estrategia cervantina que reconoce este modo de proceder: “Como muchas veces en el progreso de esta grande historia queda dicho, solamente disparataba en tocándole la caballería, y en los demás discursos mostraba tener claro y desenfadado entendimiento” 20 . Cervantes puso fin a su novela con el diálogo de Cide Hamete y su pluma; ella ha cumplido “con su cristiana profesión”, mientras que el autor recuerda por última vez su intención y su objetivo: “No ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero don Quijote van ya tropezando y han de caer del todo, sin duda 19 Morón Arroyo, C. (2005): Para entender el Quijote, Madrid, 300. 20 Don Quijote de la Mancha, Lib. II, cap. XLIII, 1062.

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