El desafío de una educación solidaria

35 el desafío de una educación solidaria van a dedicar tiempo y esfuerzo a estudiar la mente, mejor investigan la propia pues atisban con acierto que algo dentro de su cabeza no funciona del todo bien. Cierto es que pensar cuesta, al principio no, pero pasado un tiempo sí, porque pensar no es imaginar o fantasear o, en el otro extremo, elucubrar. Suele decirse que el manejar un carro es una de las actividades que más energía consume y, por lo tanto, requiere esfuerzo. Hay maneras de hacerlo con intervalos de reposo que eleven la productividad del tiempo, aunque no haya reglas fijas que valgan para todos. A quien me dijo esto no le pedí razones o quién se lo había contado, porque no se trataba de un examen ni de una reflexión de despedida a modo de consejo o de advertencia, pero recuerdo que me dijo que la siguiente actividad en el ranking de la producción de cansancio es el estudio. Esto lo saben muy bien los que usan la cabeza como su principal herramienta de trabajo, y se les suele denominar intelectuales. No sabría responder si me preguntaran qué proporción de estudiantes son intelectuales… pero, si se tratara de un concurso con premio, diría enseguida que pocos. La segunda conclusión podría ir en la línea de averigüar qué tal pienso. Por ejemplo, ¿Entiendo lo que ocurre a mi alrededor? ¿Me entiendo a mí mismo? ¿qué preguntas me hacen en mi trabajo, en mi casa, mis amigos, los que me rodean que no sé responder? ¿Me gusta pensar? ¿Me interesa saber el porqué de los grandes problemas de mi país, del mundo, de la forma de ser de los que veo y oigo todos los días? ¿Qué prefiero cuando puedo elegir, leer un libro o ver una película? ¿Leo algo? ¿Qué leo? ¿Quiero cambiar? ¿Puedo? Consideradas la primaria y la secundaria, nos restaría preguntarnos por el papel de la educación universitaria, que en mi opinión consiste en enseñar a servir. Y aquí el rol del tutor, preceptor o coach, es fundamental puesto que el servir no es una actividad técnica ni científica sino moral, que hay que descubrir, de una vez u ordinariamente de forma discursiva y progresiva. Sigamos con las conclusiones, al menos provisionales. ¿A quién sirvo? ¿Quién o qué no sería viable sin mí (persona, proyecto, causa)? ¿Quién me sirve, me apoya, confía en mí, me cree, me anima? ¿Para qué creo que sirvo? ¿Soy ingrato (demanera ocasional o bien habitualmente)? ¿Qué prefiero, prestar o deber? ¿Presto o debo a alguien? ¿Alguien me

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