Homilía S.E.R. Oscar Cardenal Rodríguez Maradiaga

4 pontificia universidad católica de puerto rico universidad debe ser como el cultivo de la calidad total, no solamente en el aspecto intelectual sino también, y especialmente, en el aspecto humano. Cuantas veces reflexiono con los jóvenes universitarios les digo: “Una universidad no es una fábrica de embutidos”, no es donde llega la juventud para que se le infiltre todo tipo de ciencias de tal manera que salgan super cerebros, pero muchas veces con una humanidad defectuosa o peor aún, con una dimensión humana subdesarrollada. El Señor nos llama a vivir nuestra vida de manera integral y el desarrollo es un desarrollo humano integral. Por eso es tan importante el mensaje de Santo Tomás de Aquino para cada uno de los docentes y de los estudiantes así como para todo el personal que sirve en una universidad. Aquí se forman profesionales de calidad total, aquí se forman hombres y mujeres que quieren ser santos. De lo contrario, no estamos alcanzando la única meta a la cual nos llama el Señor. No van a encontrar una sola página en el Evangelio en la que el Señor Jesucristo diga “Vengan a mí los que tienen buenas cuentas en los bancos, vengan a mí los que tienen inversiones en tal y tal tipo de industrias, vengan a mí especuladores”, no, el Señor dice: “Vengan a mí aquellos que aman” y precisamente la santidad está en el amor. Cuando leemos la carta a los Efesios escuchamos que Pablo nos dice: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que antes de la creación del mundo nos eligió para ser santos e inmaculados en su presencia en el amor”. Es la vocación de cada persona humana, la vocación de cada bautizado, ser santos e inmaculados en su presencia en el amor. Esa es la vocación. Por eso a continuación San Pablo dice: “Les exhortoaque caminendeunamaneradignade lavocaciónconque han sido llamados”. Eder me diría, “Cardenal, pero eso está bueno que se lo diga a los seminaristas…” se lo digo a todos porque es la vocación de todos. Es la vocación de cada bautizada y cada bautizado caminar de una manera digna en el amor, sea en el amor conyugal o sea en el amor consagrado a Dios: una sola vocación, caminar de una manera distinta. Y ¿Cómo hacemos para caminar de una manera distinta? continúa San Pablo en la misma carta diciendo: “Pido al Señor, que Cristo habite por la fe en sus corazones para que conozcan lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo del amor de Cristo que supera todo conocimiento”. Nos damos cuenta de que es apasionante en la llamada. Y es la llamada para cada bautizado, pero de una manera mucho más intensa para aquellos que emprenden la vida académica, para aquellos que quieran enseñar

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