Koinonia | 2005-2006

El caso Terri Schiavo: un reto a la razón y a la libertad 115 Los argumentos que han condenado a Terri Schiavo Me parece que han prevalecido tres tipos de afirmaciones. 1. La primera: “ Terri no tenía esperanza de mejorar, por lo tanto su vida era inútil, había que ponerle un término ” . Aceptamos (por el momento) la tesis de que no tenía esperanza de mejorar. Pero, ¿qué argumento es esto? ¿Tal vez tienen esperanza de mejorar muchos enfermos de cáncer o recluidos en hospitales psiquiátricos? ¿Tienen esperanza de mejorar los millones de viejitos que en este momento están en una cama en su casa o en un asilo de ancianos? ¿Hay esperanza que el mismo juez Greer mejore o cambie? ¿Tenemos que poner un término a todos ellos porque no tienen esperanza de mejorar? 2. Segunda objeción: “ Pero, ¡ay bendito! ¿Qué calidad de vida es ésta? ” “Calidad de vida”: ¡he aquí las palabras mágicas! ¡Somos verdaderamente fantásticos! De vez en cuando nos inventamos expresiones nuevas, tan bonitas que parecen decirlo todo. En realidad, se trata de expresiones que usamos sin saber en el fondo qué estamos diciendo. En efecto: ¿quién fija los criterios de la calidad de vida? ¿Los jueces? ¿los políticos? ¿los psicólogos? ¿los sociólogos? ¿los filósofos? ¿los economistas? ¿el Papa?. Aquí hay un grave peligro para la libertad: si dejo que otro fije los criterios de mi calidad de vida, se acabó, soy ya un esclavo. Además: ¿cuáles podrían ser estos criterios? ¿el dinero? ¿la salud? ¿la inteligencia? ¿la tecnología disponible? ¿los centros comerciales? ¿el peso? ¿los títulos de estudios? ¿la edad promedio que se vive en una cierta sociedad? ¿O tal vez habría que mirar al número de divorcios, de abortos, de intentos de suicidio y de asesinato? Por último: ¿cómo fijar el nivel mínimo de calidad de vida, por debajo del cual no valdría la pena vivir? Tal vez hay enteras

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