Koinonia | 2005-2006

El caso Terri Schiavo: un reto a la razón y a la libertad 116 poblaciones de África que no merecerían vivir si les aplicásemos nuestros criterios de “calidad de vida” y, sin embargo, quieren vivir: hay muchos más suicidios en los países escandinavos, donde la calidad de vida es incomparablemente mejor, que en África. Esto debería llevarnos a reflexionar. 3. Tercer argumento: “ Pero ella había expresado el deseo de morir ”. La cosa no es tan segura, pero vamos a concederlo. Sin embargo, hay que ver el contexto en el cual se expresa un deseo de este tipo. Es bastante natural que una persona en grave estado depresivo o bajo el peso de una condición particularmente dolorosa exprese el deseo de morir. Es muy probable también que un viejito, inmovilizado en una cama desde hace diez años, exprese en algún momento el deseo de morir. También que una muchacha abandonada por el novio desee morir es comprensible. ¿Correremos enseguida para ofrecerles una pistola o una soga? ¿O trataremos de ayudarlos a encontrar razones para vivir? Éste es el punto: la razón medida de todas las cosas ¿puede dar a la gente una razón para vivir, cuando se esté en el dolor, en la desesperación, en el abandono y la soledad? ¿Sabe ver el sentido de una vida humana cuando ha perdido todas las cualidades que la hacen normalmente deseable? La alternativa: una razón abierta al Misterio La razón racionalista nos lleva hoy en día a esta paradoja: te multan si taladras un árbol sin permiso (porque todos comprendemos la utilidad de un árbol); nadie te pide cuenta si “taladras” la vida de tu hijo abortándolo o la vida de un viejito con la eutanasia (porque nadie ya entiende para qué “sirve” un hijo no deseado o un viejito desahuciado, es decir, la persona humana en sí). En cambio, la razón cuando es bien utilizada reconoce que en la realidad hay un sin fin de cosas que superan su capacidad de comprender. Dicho de otra manera: reconoce y acepta que la realidad es misteriosa. Hay cosas, fenómenos, hechos, aspectos