Koinonia | 2005-2006

La verdad sobre el código Da Vinci 127 canónicos). Y lo mismo vale para las cartas paulinas; algunas de ellas son incluso anteriores, son probablemente los documentos más próximos históricamente a Jesucristo. Dan Brown omite absolutamente este dato y nos hace creer que una supuesta tradición gnóstica mantendría una verdad. Atención: una supuesta tradición gnóstica de la cual no cita ningún tipo de fuente. O sea no hay manera de que yo diga: “vamos a ver, yo he quedado convencido con sus frases, ahora voy a investigar o voy a ir a la librería del Congreso, voy a ir a algún sitio para leer estos documentos. No, no puedo ir a ningún sitio porque no existe. Entonces, Brown viene a decir que Jesús predicó un mensaje de paz y de reconciliación universal basado en un culto ancestral a una mitológica diosa de la cual tampoco tenemos ninguna prueba de que haya habido ningún tipo de culto. Se trata además de un culto feminista, pansexualista, que exalta el instinto sexual (y éste es el banderín de enganche que fácilmente funciona hoy en día); es decir, que lo que hay que hacer, el acto supremo de religiosidad para Dan Brown es una orgía. Hoy en día estamos viviendo una cultura que ha dado la espalda radicalmente a la verdad y lo único que ha entronizado en su lugar es el culto al placer y a la materia como si nosotros no nos fuéramos a morir nunca. Claro, no es fácil enfrentarse con una doctrina como la de Cristo, transmitida por la Iglesia, que nos recuerda que nosotros estamos aquí evidentemente, pero no para quedarnos definitivamente. Como decía el Señor a los discípulos después de la Resurrección y cuando era inminente la Ascensión , “me voy y ninguno de nosotros me pregunta a dónde voy”: éste es el negocio de la vida. Allí donde iba Jesús, el primero, el pionero de todos nosotros, que volvía al Padre, ese es el negocio de mi vida. Evidentemente a esto yo tengo que llegar con el uso de mi razón, de la fe y de mi voluntad. Pero el negocio de la vida no es quedarme aquí eternamente. Para nosotros vale lo que dice San Pedro: “actuad como lo que sois, peregrinos y extranjeros” , siempre. Somos siempre peregrinos y extranjeros. Y esto es lo que el mundo moderno, el mundo a secas, nunca acepta ni aceptará porque quiere que este mundo lo vivamos como si nunca se fuera a acabar. En ese sentido, un banderín de enganche, agitar un banderín de enganche como: “aquí lo que hay que hacer es el sexo libre y a todo trapo y con quien sea”, evidentemente no tiene un gran calado intelectual, pero tiene un atractivo para un mundo así, ¿no? Porque a priori hace falta una conversión para purificar los efectos del pecado original y eso solamente lo podemos con la gracia de Dios. La doctrina de Cristo es una doctrina de la gracia, es el antipelagianismo absoluto.

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