Koinonia | 2005-2006

Memoria e Identidad 47 la bala aquel 13 de mayo de 1981). El quinto tema, sobre la democracia, retoma y actualiza lo dicho en los primeros dos temas. Para dos comentaristas y periodistas boricuas, la Sra. Carmen Dolores Hernández de Trelles en su comentario en la Revista Domingo de “El Nuevo Día” del 24 de abril de 2005 (“El legado impreso de Juan Pablo II”) y el Dr. Aníbal Colón Rosado en “El Visitante”, los capítulos más interesantes son los que abordan el tema del patriotismo y la nacionalidad. En mi opinión son lo más íntimos, teológicamente discutibles, delicados y frágiles de la obra, y si bien son muy queridos para Karol Wojtyla, y quizás pueden echarle leña al fuego partidista de nuestro país, creo que son los temas menos universales de la obra porque son los más fácilmente manipulables. Memoria e identidad: su contenido El pecado es el mal más grande del mundo y el hombre necesita ser liberado de él (cfr. p. 24). Esa es la misión que trae a Cristo al mundo y que da vigencia a la Iglesia, la realidad que hace a Cristo contemporáneo de los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares. Los esfuerzos humanos para luchar contra el misterio de iniquidad son totalmente insuficientes: necesitamos un Redentor. El hombre tiene un instinto de verdad y busca ser bueno por naturaleza, es decir, intrínsecamente. Wojtyla encuentra en el episodio del joven rico que le pregunta a Jesús lo que tiene que hacer para llegar a la vida eterna el paradigma de la situación de todo hombre: si el hombre quiere purificarse y liberarse del pecado, observe los mandamientos. De la etapa purgativa se pasa a la etapa iluminativa , al asombro sobre el hombre como imagen de Dios, como persona profundamente enraizada en un misterio con vocación trascendente y finalmente se pasa a la dimensión unitiva . Para Wojtyla hay una trabazón íntima entre la visión del hombre, la teología y la espiritualidad. Cuando Cristo invita al joven a dejarlo todo para seguirlo, lo invita a ese seguimiento unitivo que iluminará su persona con la verdad que lo libera ((p. 29-30). Libertad y Verdad van íntimamente unidas en la solución verdaderamente humana y cristiana de Wojtyla. Las ideologías totalitaristas del siglo XX quisieron liberar al hombre pero acabaron esclavizándolo. Si bien han sido derrotadas estas ideologías totalitaristas que el Cardenal Herranz cataloga de “utopías de justicia sin libertad”, en nuestro siglo XXI hay otra ideología más peligrosamente

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