Koinonia | 2005-2006

Memoria e Identidad 49 amenazada hoy por la globalización económica. Esa es la memoria que tenemos que cultivar para no perecer. Karol Wojtyla advierte, como sintetiza el Cardenal Herranz, que: “En la segunda mitad del siglo XX el agnosticismo religioso y el relativismo moral y jurídico, frutos amargos del inmanentismo filosófico, han configurado un tipo de sociedad democrática ‘enferma’, en su mayoría materialista y permisiva, alejada no sólo de las verdades sobre el destino eterno del hombre, sino también de las exigencias elementales de la moral natural” (op. cit., p. 6). A mi entender este es el drama fundamental que Karol Wojtyla sufre y proféticamente advierte al interlocutor contemporáneo. La verdad sobre el hombre sólo puede ser conocida sólo a la luz de Cristo ( Gaudium et Spes , 22). Y esa verdad sobre el hombre puede ser conocida universalmente gracias a la ley moral inscrita en el corazón de cada uno y es en realidad la garantía del futuro de la libertad. Herranz lo sintetiza así: “no puede haber una auténtica cultura democrática sino respetando la ‘estructura moral de la libertad’” (op. cit. p. 7). Ya el Papa Juan Pablo II lo había expresado en su alocución a la ONU el 5 de octubre de 1995. El único remedio posible contra la utopía libertaria que amenaza con hacer que la convivencia humana degenere en una sociedad salvaje, que desnaturaliza a la libertad la ofrece el humanismo cristiano y que ya está dando lugar a una decadencia cultural de nuestra civilización es el reconocer que la “verdad nos hará libres”. El Papa había dicho en la ONU lo que reitera en Memoria e Identidad : ” La libertad posee una ‘lógica’ interna que la cualifica y la ennoblece: está ordenada a la verdad y se realiza en la búsqueda y en el cumplimiento de la verdad. Separada de la verdad de la persona humana, la libertad decae en la vida individual en libertinaje; y en la vida política, en la arbitrariedad de los más fuertes y en la arrogancia del pode. Por eso, lejos de ser una limitación o amenaza a la libertad, la referencia a la verdad sobre el hombre, verdad que puede ser conocida universalmente gracias a la ley moral inscrita en el corazón de cada uno, es en realidad la garantía del futuro de la libertad ” (“L´Osservatore Romano”, edición en lengua española, 13 de octubre de 1995, p. 8).

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