Koinonia | 2005-2006

La Familia en el Magisterio de Juan Pablo II 60 coherente declaración de todos los derechos del hombre, incluso de aquellos que por diversos motivos pueden ser incómodos.” Amor y responsabilidad La primera gran síntesis del futuro Pontífice sobre este tema lo fue su primer libro: Amor y responsabilidad , publicado en 1960, dos años después de ser nombrado obispo auxiliar de Cracovia. Desde el 1957, aprovechando las vacaciones con estudiantes de filosofía, psicología y medicina, ya discutía con ellos el borrador de este libro que estaba elaborando sobre la ética sexual y conyugal, que llevaría el nombre de sus clases monográficas de los cursos de esos años. Los alumnos debatían el borrador. A Wojtyla le interesaba no sólo verificar la solidez teórica del libro, sino si tenía sentido para ellos en lo práctico y en lo humano. El libro, dice su autor, nació como una necesidad pastoral. Su experiencia como orientador al matrimonio y como profesor y capellán de jóvenes estudiantes, le había convencido de que era preciso desarrollar y representar la ética sexual de la Iglesia en un nuevo contexto cultural, lo que llamamos moderno y laicista. A muchos les parecía entonces y todavía hoy día, que lo que la Iglesia tiene que decirnos sobre la sexualidad se centra en prohibiciones legales y morales, no tanto en la defensa del verdadero amor entre las personas. Wojtyla estaba convencido de que el evangelio del amor humano defendido por la ética sexual de la Iglesia interpretada de forma adecuada, contenía verdades esenciales que hacían más profunda la felicidad humana si estas pautas se vivían fielmente. El sacerdote debía explicar, fundamentar, justificar la ética de la castidad, no imponerla. En su libro Cruzando el Umbral de la Esperanza el ya Papa Juan Pablo II hace unas confidencias reveladoras del porqué el tema de la familia y del matrimonio fueron tan importantes para él. Nos dice: “ Esta vocación al amor es, de modo natural, el elemento más íntimamente unido a los jóvenes. Como sacerdote, me di cuenta muy pronto de esto. Sentía una llamada interior en esa dirección. Hay que preparar a los jóvenes para el matrimonio, hay que enseñarles el amor. El amor no es cosa que se aprenda, ¡Y sin embargo, no hay nada que sea más necesario enseñar! Siendo aún un joven sacerdote aprendí a amar al amor humano. Este es uno de los temas fundamentales sobre el que centré mi sacerdocio, mi ministerio desde el púlpito, en el confesionario, y también a

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