Koinonia | 2005-2006

Autismo existencial 84 (las horas que ahora tenemos son horas que primeramente eran horas de oración: tercia, sexta, nona, laudes…). Ahora no son esas horas (horas religiosas) que dan ritmo al día, hoy son horas sociológicas. Pero vino después un segundo periodo en la historia de la humanidad: el periodo que denominamos antropo-teocéntrico . Ahora no hay un solo centro, aquel centro que antes era Dios. De los siglos XVI al XVIII, en esta época de Renacimiento, Reforma e Ilustración, vivimos en un periodo antropo-teocéntrico, porque ahora hay dos focos: ya no hay un solo centro con la órbita circular, como se pensaba que estaba hecho también el cosmos; ahora, con la nueva ciencia, hay dos centros y la órbita que configuran es de carácter elíptico: un centro de la elipse es Dios y el otro centro es el hombre. La maravilla de esta época es que, a pesar de sus dificultades y renuevos, quienes creen en Dios no dejan de creer en el hombre. La ciencia descubre (Galileo Galilei es el rostro que quiero poner) que la Tierra no es el centro del cosmos, sino que la Tierra gira heliocéntricamente, alrededor del sol. Y, sin embargo, en esa época de explosivo desarrollo tecnocientífico, la sabiduría teológica de la Iglesia condenó a Galileo. Esto fue un aviso para navegantes: para que los que tenemos convicciones de fe estudiemos antes de castigar. La Iglesia estaba defendiendo lo que no debía defender porque era ignorante en esa materia en comparación con Galileo; pero llevada por su soberbia, decide por su cuenta y riesgo que la Tierra es y sólo puede ser el centro del cosmos, porque ¡cómo va a nacer Jesucristo en otro sitio que no sea el centro del cosmos! La dignidad de Cristo parecía exigir el cristocentrismo terrenal. Pero la ciencia descubría, por la sola razón, que el cosmos no es como era. Este es el primer período de la humanidad en que la Iglesia pierde a la intelectualidad, especialmente en su ámbito físico y matemático. Aunque les parezca tontería, todavía hoy, en los pasillos de mi universidad, mis compañeros agnósticos –que son mayoría- cada vez que me ven, me dicen: “Hola, ¿cómo está Galileo?”. Saben que soy católico y se quieren burlar así. Yo les dijo: “Galileo está mejor que tú, tipo feo”, así hacemos una rima de paso. Viene un tercer período después, que es el período antropocéntrico. Recuerden: el primero era el período teocéntrico, el segundo antropo- teocéntrico y ahora viene el tercero, el antropocéntrico sin Dios, se acabó Dios. Ahora el hombre se cree con capacidad de hacer nada menos que el Paraíso en la Tierra. Hay unos versos, poco citados habitualmente, de un maestro de Marx, que dicen así: “Queremos el Cielo aquí en la Tierra; el otro cielo se lo dejamos a los ángeles y a los gorriones”. Eso es lo que desean, poniéndose a hacer el Cielo en la Tierra, sin Dios, porque el

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