Koinonía 2006-2007

La familia: lugar de paz y reconciliación 13 Amar es un sentimiento, pero es también una decisión aventurada. No se tienen todas las cartas en la mano. Entra en juego la libertad del otro. Una libertad siempre abierta y sorprendente. La irrenunciable tentación es querer cambiarlo, para que se parezca a la imagen ideal que uno se ha hecho del otro. Para madurar hay que aceptar al otro tal como es, con sus decisiones, con su historia y su crecimiento personal. Hay que pasar del “te amo porque te necesito” “al te necesito porque te amo”. A los novios les encanta conjugar el verbo amar en sus tres tiempos: te amo, te amé, te amaré. En singular y en plural: yo te amo, nosotros nos amamos. En la gramática de los novios, no hay otro verbo tan dulce como el verbo amar. La despedida de soltero o soltera es como el límite con que se dice adiós a la vida, en que nadie dependía de uno y se le da la bienvenida al nuevo estado, en que otro ser entra a formar parte de ti mismo. El soltero actuaba en función de su persona y se centraba en sí mismo. Vivía su propia vida. Satisfacía sus personales anhelos. El mundo giraba en torno suyo. Algo nuevo debe empezar cuando se contrae matrimonio, ya que el casado debe actuar en función de su persona; tiene que vivir la vida como pareja en todo. El mundo tiene que girar en torno de un nosotros, que son el marido y la esposa y posteriormente los hijos. Casarse significa terminar con el pasado, para comenzar con un presente que sólo concluye con la muerte de los cónyuges. El matrimonio no es la sociedad de dos solteros, es la entrada de cada uno en una vida nueva a dos, vida en común, la más íntima, la más profunda, la que compromete el cuerpo y el espíritu, el presente y el porvenir, el destino propio y el ajeno, la felicidad temporal y la eterna. Romper con el pasado de soltero, quiere decir que los nuevos esposos han de tomar su lugar en el mundo como pareja. Cristo lo expresó con esta sentencia clarísima: “Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”. Para unirse es necesario dejar. Porque si no se rompe con el pasado no se triunfa en el porvenir. La condición para la unión perfecta del matrimonio es olvidarse de la soltería, dejar de ser dos para ser uno. La felicidad en el matrimonio consiste en hacer posible en la vida, lo que

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